miércoles, 26 de mayo de 2010

Las ponencias del foro (parte II)

Proyecto Literatura Indie*, la imaginación al proceso editorial
Por Pablo Paniagua

Con el título de mi intervención hago referencia al lema del Mayo del 68 “La imaginación al poder”, cuando en Francia los estudiantes y el movimiento obrero se levantaron contra el gobierno del general Charles De Gaulle. Aquel movimiento contestatario lo percibo como uno de los actos más románticos y significativos de los últimos tiempos y, concretamente, del siglo XX. La situación social que nos señalaba entonces Hebert Marcuse, de que la sociedad estaba más obsesionada por el “tener” que por el “ser”, hoy todavía sigue vigente, y de igual modo los ideales que enarbolaron los estudiantes franceses en aquellos días. Ellos pugnaban por un mundo mejor, más justo y a la vez más creativo, y de aquí parto para enlazar al enunciado descriptivo de esta intervención: la imaginación al proceso editorial.

Creo conveniente, para el desarrollo de mi disertación, definir primero qué es lo “Indie”, pues detrás de dicho concepto anglosajón, que deviene de “independent” (en castellano: independiente), reside todo un espíritu contracultural o alternativo que nos enlaza con los ideales de mayo del 68. Lo Indie, en literatura, es lo que se publica de manera independiente y por fuera de las modas establecidas por el mercantilismo, cuando este proceso, tanto creativo como de divulgación, se ve influido, precisamente, por esa forma de presentar de una manera distinta y alternativa la realidad. Aquí, como ven, aparece ese espíritu, esa intención, de ver la realidad desde la perspectiva del “ser” y no del “tener”, el aspecto romántico de la literatura que se desprende del mercantilismo en busca de su esencia crítica. Es la posición del escritor frente a una industria editorial que se asemeja, en su forma, a los poderes fácticos contra los que se alzaron los estudiantes franceses; es la visión literaria de lo alternativo frente al común denominador impuesto por las modas y por las mafias del mundo editorial, por el consumismo y la banalidad que se genera a partir del predominio del “tener”. Soy del convencimiento de que el escritor comprometido no puede hacer la vista a un lado y eludir la crisis que enfrenta la especie humana, más en esta Época Supermoderna surgida después del hundimiento de las utopías y con el subsecuente triunfo del mercantilismo y su banalidad.

En nuestros días pareciese que la figura del intelectual hubiera desaparecido, y cualquier posición crítica hacia el fracaso del modelo se ocultase, precisamente, con el espejismo que nos ofrece la sociedad de consumo, del tanto tienes tanto vales, de la desigualdad y el éxito como sinónimo de fama u ostentación de una posición social privilegiada, o sea, el “tener” en esencia pura. La especie humana no ha solucionado sus problemas históricos de violencia y desigualdad, cuando, además, pretendemos acabar con la naturaleza en nuestro planeta. Ante esto se hace imprescindible, en consecuencia, recuperar esa figura del intelectual que disiente, a través de su obra, de la barbarie de una Humanidad que camina hacia la distopía. El escritor, como intelectual, ha de estar inmerso en su tiempo, pero viéndolo desde la distancia y a la vez desde lo más profundo, con la visión crítica y con el sentir de su devenir existencial.

Aquí es donde resurge ese antedicho espíritu de lo alternativo, de la otra visión posible que se enfrenta al absurdo del predominio del “tener”: el escritor del “ser”; y dentro de este rango podemos incluir al escritor de literatura Indie. Es la condición de saberse independiente y libre de las influencias banalizadoras de nuestra sociedad, la actitud de saberse distinto de la masa gris que fue alienada por el poder y su sistema económico consumista.

Ya podemos entrever la figura del escritor que disiente, cuya obra permanece por fuera de las modas y los gustos impuestos por la generalidad del mundo editorial. Entonces, se hace previsible el rechazo por el sistema de una obra que desnuda sus imperfecciones, que se contrapone ideológicamente. Y este escritor sui géneris, que no se desanima en su labor, toma la postura de dar a conocer su obra con los medios al alcance. Así en su tiempo lo hicieron, por ejemplo, aquellos escritores de las vanguardias históricas, como Georges Bataille y Guillaume Apollinaire, que ofrecían su producción literaria en ediciones caseras o de corto tiraje, y pagadas de su propio bolsillo o con la colaboración de sus amigos. Aquí, aparece la imaginación puesta al servicio del “ser”.

Hoy en día los escritores disponen, gracias a la tecnología, de nuevos medios para emprender la aventura de publicar su trabajo, aunque sea, para empezar, en ediciones limitadas o bajo demanda. También, de este modo, se aprende el proceso editorial en toda su dimensión: el autor escribe la obra, la corrige, maqueta el libro, elige el diseño editorial, imprime y arma los libros, para luego distribuirlos y ponerlos a la venta: Directo del autor al lector.

Ahora, con estos ingredientes, los del escritor alternativo y la producción marginal, se concibe lo que podríamos denominar como Literatura Indie, aunque también es posible, desde esta perspectiva, ser publicado por algún editor independiente que marque la línea, de acuerdo a los contenidos, para significarse ideológicamente hacia el “ser”; y también, asimismo, el escritor crítico, alternativo e independiente, que accede al entramado del mundo editorial para disentir desde dentro del sistema, como bien lo hacen Chuck Palahniuk, David Foster Wallace (que en paz descanse), Dave Eggers, Michel Houellebecq o Irvine Welsh.

Pero a todo lo anterior hay que sumar una circunstancia definitiva: La aparición del Internet y los formatos digitales están transformando, igual que sucedió con la industria musical, el proceso editorial. En el futuro muchos lectores buscarán en Internet los contenidos de su elección, que leerán en la pantalla de una computadora o en una máquina digital, con la consecuente y paulatina eliminación del libro en papel, de tal modo que el escritor podrá buscar directamente a los lectores sin intermediarios, y ya sin la ayuda de un editor: ahora una figura un tanto desprestigiada porque muchos de ellos sucumbieron ante el producto mercantilista, pues vender, según parece, es lo que importa aunque sea a costa de la calidad, productos pseudo-literarios que ofrecen como si fueran latas de Coca-Cola o hamburguesas de McDonald’s. Es la banalidad que impera en nuestra civilización supermoderna y, como muestra, en el mundo editorial. El canon de la buena literatura poco a poco se transforma por un acto de simulación que equipara el éxito de ventas con la calidad, y los escritores independientes, sabiendo el ejercicio literario como un acto de resistencia, deben luchar contra la degradación que supone la “cultura del entretenimiento” y ofrecer su trabajo a los lectores sin intermediarios.

Tomando como base ideológica todo lo expuesto hasta ahora, es como nace el Proyecto Literatura Indie*, el esfuerzo de un escritor independiente que inicia la experiencia de lo que será el escritor del futuro. El Proyecto Literatura Indie* supone una novedad dentro del proceso editorial, que combina la edición bajo demanda de libros en papel y su venta en formato electrónico, habiendo eliminado la figura del editor para acortar la distancia entre el escritor y los lectores. El espíritu del Proyecto Literatura Indie* es alternativo al cien por ciento: desde los contenidos hasta su manera de producción y difusión. Es la imaginación, siempre la imaginación, como impronta de un proyecto pionero en el medio editorial.

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