martes, 25 de mayo de 2010

Las letras en el Noreste de Guanajuato

Por Jesús Zarazúa Rangel

“La lectura es un árbol verde
de frutos muy dulces
que después de probarlos
ya nada vuelve a ser igual…”

Con esos árboles nos conviene reforestar a México
Spots, anuncios y más publicidad con la que nos han estado bombardeando desde hace un tiempo, el año del bicentenario parece ser el mejor motivo para estar trabajando políticamente en la cosecha de adeptos por parte del que ahora es el partido oficial, hemos escuchado que supuestamente han aumentado los presupuestos en diferentes áreas, incluyendo la cultural, ¿será eso cierto? ¿Cómo darnos cuenta si el discurso oficialista es verdadero o simplemente una falacia como todo aquello que nos han dicho los políticos en este país? El noreste de Guanajuato, la región históricamente más pobre del Estado, sigue siendo la zona más marginada en todos los aspectos, en las noticias que son transmitidas por la radio y la televisión, siempre escuchamos que se inauguran carreteras, hospitales, bibliotecas etc., en ciudades grandes e industrializadas del Estado, pero qué sucede con nuestra región, con nuestras poblaciones, ¿acaso no tenemos el mismo derecho de los demás guanajuatenses? ¿Qué sucede entonces con nuestros jóvenes cuando crecen, qué sucede con nuestros niños cuando sueñan? ¿Dónde se cristalizan las ilusiones? En la cuestión de la literatura, no es muy distinto, en esta zona a la que pertenece San José Iturbide, lugar del cual soy oriundo, el camino de quien decide crear se trunca muchas veces, casi siempre, en los primeros pasos, existen varias situaciones por las que un creador literario no puede ir más allá de ser “el chico que le gusta escribir”, ”el chico que hace cuentos”, “el joven que es raro porque le gustan los libros”, “el que escribe”. Así nos adjetivan:

Una de las causas es que en el Noreste, los encargados de las Casa de Cultura, pocas veces creen en el creador local y eso se lo podemos atribuir primero a que, los funcionarios de cultura, han sido personas que no tienen nada qué ver con ella, normalmente esta dependencia municipal se la otorgan a personas cercanas al partido que ha ganado la presidencia, por lo que ni tiene un plan de desarrollo cultural y en la mayoría de las veces desconoce la actividad cultural de la región; en el ámbito de las letras, por lo regular no nos conocen, no saben de nuestra labor literaria y casi siempre desconocen no sólo nuestro trabajo y función sino nuestra obra, nuestro nombre y cuando tienen un acercamiento a nosotros siempre se nos cuestiona sobre nuestro lugar de nacimiento (como si el ser de la zona fuera impedimento para escribir) además de querer saber a qué familia pertenecemos, ya que esperan que seamos de una familia reconocida (de lo contrario siempre dudan). Y bueno, en algunos casos los “secretarios de cultura” que así se llaman, son nuestros principales competidores, porque está de moda que el director de estas dependencias se hagan escritores al llegar a ella (quizá debí empezar por ser funcionario).

Otra de las complicaciones con las que se encuentra el escritor del noreste, es que en las Casa de la Cultura de la zona, no hay talleres literarios en los que el creador pueda acercarse y tener una opinión distinta sobre su trabajo; en donde pueda conocer técnicas y formas nuevas en donde su talento pueda ir construyéndose y puliéndose en un grado evolutivo favorable. A veces, encontramos que en el Estado se imparten diplomados o cursos de creación literaria y que son otorgados por una institución importante e impartidos por escritores de renombre, pero para sorpresa de los del noreste, estos cursos son en ciudades como Salamanca, Guanajuato, etc., en verdad que a veces, no hay el modo ni en tiempo, ni el dinero para asistir, a veces nos interesa pero los cursos son por la tarde con salida por la noche, es más, este tipo de eventos (como en el que estamos) pues regularmente una parte o la totalidad de los gastos son por cuenta de uno; para nada es sencillo participar en ellos cuando es de esa manera. ¿De qué vive el escritor? ¿De sueños? ¿De letras? No. Algunos son obreros (por eso digo que luego es cuestión de tiempo), otros somos maestros y con permisos limitados y otros, otros no sé, pero creo que de los escritores de la zona nadie vive de escribir.

Desde hace unos años, tengo la fortuna de coordinar algunos talleres en la zona, sin embargo, ha sido complicado por qué, quienes se acercan al taller ya cuando se acumula una cantidad de textos, me preguntan, nos preguntamos ¿ahora qué sigue? Esos textos donde pararan, la mayoría de las veces se quedan ahí, en el folder del autor. Afortunadamente logramos que un periódico de San Luis de la Paz creyera en nosotros, y desde el 2008, hemos publicado de manera colectiva los trabajos realizados en los talleres, sin embargo, ese, ha sido un logro de los asistentes, no de las autoridades culturales, sin embargo, corremos el riesgo que nos digan como otras veces, que la sección sale de circulación porque no vende igual que los accidentes o que todo el acontecer en chismes de la política regional, y vaya que si tiembla la sección en tiempos electorales, pero, eso es cierto, son algunas de las cosas que compiten fuertemente por el espacio, y es que el medio de comunicación, no ve su aporte cultural a la sociedad y el papel que puede o no jugar una sección de este tipo, sino que lo ven como el negocio.

En fin, podemos pasarnos la tarde y la semana comentando y evidenciando algunos factores que intervienen para que el camino de un escritor (llámese escritor a toda persona que genera textos literarios, ya sea, poesía, cuento, novela, reflexiones, etc.) y lo aclaro, porque tal parece que en nuestra zona, que para alcanzar ese mote, debemos de hacer cosas extraordinarias y que no están a nuestro alcance, pero bueno, es necesario que también haga notar sobre qué tenemos en el noreste en relación a las letras, a la cultura escrita:

Nuestra zona, la que ha estado más en el olvido de las autoridades estatales y que en muchos casos, los gobiernos municipales responden a cacicazgos, fuera de todo ese ámbito, que también está inmiscuido en la labor de crear a través de la imaginación y la conexión metafórica de imágenes con las que podemos reconstruir historias, leyendas, vidas y a sobremanera, podemos darle vida a nuestra región, revivir nuestros muertos y vacunarnos del olvido. Los habitantes del noreste tenemos una rica y amplia tradición oral, nuestros abuelos nos han contado la forma en cómo se vivió la revolución, la guerra cristera, los cambios de gobiernos, históricamente tenemos que rescatar todo aquello que nuestros adultos mayores guardan en su corazón y que son revividas en las comidas del 10 de mayo, en las del día del padre. Los domingos por la tarde, en la cena de navidad y en toda ocasión en que nuestros adultos mayores se sientan y alrededor de ellos, los niños escuchan atentos, preguntan, imaginan, sueñan, pero sobre todo conocen la historia inmediata de su familia y su comunidad. Pero no sólo tenemos los relatos históricos, tenemos las leyendas que alimentadas por la imaginación de las generaciones se han ido arraigando, los mitos que en verdad nos hacen dudar y preguntarnos si es posible que sea realidad; que sabrosa es una plática al atardecer, escuchando esas voces sabias contándonos de brujas, duendes, ánimas, charros negros, curas sin cabeza, lloronas que zapatean en las noches por el jardín y que les apodan “taconudas”; qué miedo, salir por la noche y sentir que el nahual puede salirnos al paso; eso, tenemos en el noreste, historias de campos y ríos, historias de vida, de vida que lucha para no padecer de muerte porque la muerte es el olvido. El noreste, una zona influenciada por la religiosidad, cantos, alabanzas que son transmitidas de los guardianes de las tradiciones a sus hijos porque existe el miedo del olvido y ¿cómo combatir el olvido? Nos hace falta la recopilación, análisis, estudio y por supuesto, la publicación y distribución de esos textos para la preservación de la memoria histórica, la preservación y el rescate de nuestros usos y costumbres de nuestras poblaciones, es preservar nuestra propia identidad. Sin duda alguna, en el noreste de Guanajuato, al igual que en la mayoría de las poblaciones de nuestro país, la tradición oral, la narración, la transmisión de relatos, de creencias en diversas manifestaciones artísticas que le dan forma y figura a lo que hoy en día somos y representamos en esta sociedad mexicana.

Pero no sólo tenemos la tradición oral en nuestra región, hoy en día, la tecnología, los avances, las nuevas culturas y todo aquello que nos rodea y nos hace cambiar, transformar o eliminar una o varias formas de pensamiento, esto, ha influido para que en la sociedad de los diversos pueblos del noreste de Guanajuato (San José Iturbide, San Luis de la Paz, Tierra Blanca, Santa Catarina, Xichú, Atarjea, Doctor Mora) surjan nuevos creadores literarios capaces de explorar al ser humano desde diferentes tópicos: psicológicos, sociológicos, psiquiátricos, ontológicos, etc., es importante escuchar las nuevas voces que pujantes buscan ansiosos el espacio en donde puedan exponer sus trabajos. En lo personal, he tenido la experiencia de trabajar con jóvenes y niños en diferentes comunidades de la zona, con la finalidad de promover la lectura y la escritura entre ellos y he tenido la fortuna de escuchar, conocer y acercarme a lo que se está escribiendo, escuchar sus inquietudes en torno a la cultura escrita. En el suplemento del periódico de San Luis de la Paz, “Manuscrito en la Botella” hemos tenido la oportunidad de escuchar las críticas que se hacen en torno a quienes participamos de él, los juicios, no sólo en cuanto al valor literario, sino en relación a los temas que ahí se exponen, ¡qué más puedo pedir! La literatura me ha dado la oportunidad de vivir experiencias distintas, desde, las nuevas amistades, el viajar, conocer formas de pensamiento, recibir halagos, aplausos, palabras de ánimo, pero también: criticas, persecuciones, discriminaciones, y algo, bueno, como editor de la sección, me ha tocado recibir los mails, de gente escandalizada que pide que no se publiquen poemas, cuentos o reflexiones acerca de la muerte, el suicidio (como si no leer no fuera en si un suicidio). Los escritores del noreste, tenemos textos desarrollados (la mayoría ni revisados, ni registrados, publicados en donde se pueda, gacetas escolares, periódicos de circulación y edición muy limitada y de calidad muy cuestionable), pero tenemos las ganas, el ímpetu, la imaginación, la necesidad de decir algo, a veces ese es el problema, que lo que los escritores, decimos algo, -dicen los editores de los medios- que no es importante o qué no vende como los accidentes y sucesos de politiquería.

Los creadores de esta zona, ofrecemos poesía, cuento, novela, narraciones infantiles, en fin, un abanico extenso a explorar a través de la lectura de estos textos, si bien, ha sido complicado activar la creación literaria por los diversos factores de los que ya mencioné algunos, es cierto que existen personas que de manera constante siguen creando, recopilando relatos, inventando historias que merecen ser publicadas pero que aún son más dignas de ser leídas, es complicado que la voz de un auto desconocido tenga peso en un espacio como éste (la FENAL), o en un medio de comunicación con gran circulación, sin embargo, es un derecho ciudadano por el cual podemos incesantemente luchar para alcanzarlo, no nos quedaremos en silencio, ya no, no dejaremos que nuestra palabra sea invadida por el silencio y sea alcanzada por las mordazas del analfabetismo cultural del que padecen, aunque parezca irónico, que padecen los funcionarios culturales, creo que no sólo de la zona noreste, sino, de todo el Estado y el país.

Sí me hicieran la pregunta expresa de ¿si es un derecho ciudadano, la cultura escrita? Respondería sin dudar, si, pues claro, no podemos concebir la idea de una sociedad maniatada, atada de ideas por parte de quienes nos gobiernan o de los que ostentan algún tipo de poder. No podemos olvidar que el desarrollo histórico cultural que han tenido las sociedades humanas, y que ha permitido la construcción de grandes civilizaciones, de las cuales tenemos conocimiento de ellas, primero de su existencia y luego de todo lo que aportaron al bagaje del saber humano, es porque el hombre inventó la escritura, y la inventó por la necesidad de trascender, por la necesidad de expresar y transmitir las emociones, las sensaciones, los pensamientos, sus sentimientos y sobre todo el conocimiento que se ha ido acumulando a lo largo de las diferentes épocas, de las distintas formas de civilización, en los diferentes modos de producción, en los distintos movimientos sociales, culturales y en todo lo que nosotros hacemos individualmente y grupalmente, porque cada día, los seres humanos generamos un cúmulo de conocimiento que es de merecer su resguardo histórico, porque cada creación que se plasma en las letras, nos permite conocer acerca de su creador, acerca de su contexto, de su entorno, de su pensar, de sus creencias, de las modas que se desarrollan en torno a, de las políticas vigentes, de los prototipos, de los prejuicios existentes, de los estereotipos que circundan un época, una zona o región o simplemente, la cultura escrita nos permite recrearnos. La imaginación se genera a través del ejercicio de recrear y ¿cómo la podemos recrear? Con contribuciones por medio de la lectura.

Ya para terminar menciono que, la cultura escrita es un derecho al cual no podemos renunciar, por el contrario, debemos hacerlo valer para que este pueblo llamado México, sea un país distinto, con voz, y pues quien a buen árbol se arrima, buena sombra lo protege y como dije que la lectura es un árbol, la sombra será la diferencia de éste México no lector y uno distinto por consecuencia de la lectura, de la escritura. A leer.
*Ponencia presentada por el autor, en el marco del Foro Letras del Bajío, que se efectuó en la Feria Nacional del Libro León 2010, en la mesa de "la cultura escrita, un derecho ciudadano".

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