jueves, 6 de mayo de 2010

Los lectores también opinan

Por Raúl Bravo
Esta semana presentamos la segunda parte de las entrevistas realizadas entre distintos lectores del estado.

“Leo, luego existo”
Víctor (56 años) es escritor, editor y autor de poesía, ensayo, narrativa y drama. Originario de Ciudad Juárez, Chihuahua. Vive actualmente, solo, en San Miguel de Allende, Guanajuato. Su biografía como lector es abundante en referencias personales y bibliográficas: Desde las primeras letras inscritas – según recuerda- en unos cubos de color azul y rosa; su familia, entre la tradición cultural y la modernidad; el jardín de niños lleno de rondas y cantos infantiles; el primer grado de su instrucción escolar con libros de cuentos para niños, hasta los libros de lectura y sobre la lengua nacional; los versos de Becquer, en secundaria; y Poesía en movimiento, en preparatoria.

Así las cosas, considera como afortunado su primer acercamiento con la cultura escrita, al grado de acuñar la frase: “leo, luego existo” como emblema de su labor. No sorprende, entonces, que
para él, un escritor sea por naturaleza un promotor de la lectura: “Porque el que escribe habla con voz propia y el que lee, habla consigo mismo y con el otro”.

En clave de lector, la selección que realiza de los textos por leer es por campos de influencia (temática, semántica y lúdica), aunque está consciente del corto tiempo de vida y el largo tramo
por leer. De ahí que disfrute cada género según una necesidad vital propia.

En lo que concierne a las funciones o usos sociales de la literatura, cita a Borges cuando éste afirma que el libro es una extensión de la imaginación y de la memoria. En cuanto al gremio de escritores, Víctor los aprecia como creadores a través de la palabra: “retratistas utópicos, críticos, aduladores, pero siempre necesarios.”

Procura trabajar en su estudio, amueblado con un escritorio y un sillón cómodo bajo una lámpara encendida, sin que falte una aromática taza de café. Su biblioteca: un proyecto y un trabajo en proceso. No distingue diferencias sustanciales entre la comunidad de escritores y la de los posibles lectores, entre la cultura del libro y la lectura.


Vivir de los libros
Carmen de 59 años ha sido narradora oral escénica, bibliotecaria, bailarina de danza folclórica, profesora, actriz y promotora de la lectura. Como vendedora confiesa muy orgullosa que: “Yo vivo de los libros y de su lectura”.

Nació en Cortazar, Guanajuato, pero su vida se ha desarrollado profesionalmente en la vecina ciudad de Irapuato. En el ámbito cultural de la entidad, se le reconoce como fundadora y organizadora de varias de las ferias de libro y festivales de lectura en diferentes municipios.

Por su profesión como promotora de lectura, ha viajado por invitación por varios países de América del Sur. Ha impartido un sinnúmero de cursos y talleres en casas de cultura, bibliotecas
públicas municipales y centros educativos. Su padre y abuela paterna fueron grandes lectores y
quienes iniciaron en ella el gusto por la cultura escrita. Recuerda que siempre hubo libros en la casa familiar, y que por lo mismo, cuando los trae a la memoria es siempre con un libro en la mano.

Carmen señala que si bien los vendedores de libros se enfrentan día con día con varios problemas (las sucesivas crisis económicas, los libros “pirata”). Reconoce que los libreros son personas que ofertan al público libros,por lo que existe un sector al que sólo les interesa “vender”, y no el gusto por la cultura escrita.

Entre los géneros que más le agradan como lectora consumada de manera indistinta se encuentran la novela, el cuento, la poesía, las ciencias, el arte y la recreación. Pero independientemente de que el género narrativo es el que arroja mayor número de ventas, también vende manuales de mecánica, para aprender guitarra sin maestro, de carpintería, para cría de animales, cocina, entre otros.

Para finalizar, lanza la siguiente sentencia que de alguna manera engloba el concepto que maneja sobre la relación entre el lector o lectores y los libros: “El consumidor compra lo que sea; el lector, selecciona lo que le gusta o lo que le sirve.”


Inventora de historias
Cuando Laura era una niña pequeña –en algún municipio de los Altos de Jalisco-, lo que más le gustaba era soñar e inventar sus propias historias.

No obstante de que en el círculo familiar los únicos libros que circulaban eran los dedicados a la escuela, por lo que no había quien se pudiera apreciar como lector, fue hasta la adolescencia cuando su primer novio podríamos considerarlo como un lector consumado.

Así las cosas, para tener un tema de conversación, sobre todo cuando su novio la visitaba por las noches a la puerta de la casa familiar, Laura tuvo que recurrir a Juan Rulfo (El llano en llamas)
y Carlos Fuentes (Aura), y si bien no siempre consiguió los libros que buscaba –en el poblado al que se hace mención no había por aquel entonces una biblioteca pública-, sí fueron muchos más los que recibió en calidad de recomendaciones de tantos otros lectores de la comunidad (por ejemplo: el cura del pueblo, o el doctor Ramón Vargas, que tenía fama de ser un “hombre culto”).

Como suele suceder en estos casos, este primer novio le llegó el momento de partir, pero las lecturas se quedaron acompañando a Laura.

Fue tanta la fascinación que le causó los libros, las lecturas, y las múltiples maneras de acercar el texto a los potenciales lectores que, sin menoscabo de haberse titulado como licenciada en Derecho, y ejercer como abogada litigante, esa pequeña niña dentro de sí que le gustaba hacer y
deshacer logró convencer a la persona adulta en poder llegar a ser una contadora de cuentos
profesional.

Laura (48 años) vive actualmente en Celaya, Guanajuato, es promotora de lectura y narradora oral. Oficio por demás placentero porque le permite ser: “… constructora de sueños, sembradora de palabras, albañil de puentes de comunicación…”.

Para ella la narración oral es “uno de los instrumentos más valiosos con los que contamos para la promoción de la lectura, rescate de tradiciones, identidad, descubrimiento de nosotros mismos como seres humanos, pues el lenguaje y el uso de éste nos da otra categoría dentro del reino animal.”

En calidad de lectora, entre los muchos libros que la han marcado, señala a Momo de Michel Ende; el cuento Un mango rechupete, relato africano recopilado por Zoraida Vázquez; la novela
Ensayo sobre la ceguera, de José Saramago; y en poseía, uno de sus favoritos es el poeta chiapaneco Jaime Sabines. De cualquier modo, manifiesta de manera definitiva al cuento como su
género preferido.

Por lo que respecta a la relación entre la lectura y la vida, Laura no distingue una frontera definida: “La lectura es una necesidad de vida, de sobrevivencia. No concibo la vida sin un buen libro que me acompañe”, afirma.

Nota:
Agradezco profundamente a las siguientes personas su tiempo, disposición y paciencia al responder a las preguntas que les realizó en su momento este necio escribidor. Gracias a Gerardo González P., Eugenio Hiram de la Peña Villavicencio, Heriberto Banda Guzmán,
Víctor Sahuatoba, Ma. del Carmen Valenzuela Cervantes y Laura Casillas López, por hacernos ver algo que es de sobra conocido: que los lectores también opinan.

Fuente: Periódico El Correo, sábado 1 de mayo de 2010
http://correo-gto.com.mx/impresa_pdf.asp?f=05/01/2010&s=9&p=3

No hay comentarios: