miércoles, 24 de junio de 2020

Prólogo a Querido Pancho Villa, por Agustín Ramos

Prólogo

Agustín Ramos
Gran novelista mexicano: Agustín Ramos

Prepárense lectores
Para dar título a este libro, el autor hace una declaración de cariño: Querido Pancho Villa. Así, como en un intercambio de cartas o una plática entre amigos, un muchachito le habla de tú al general Francisco Villa. Y de este diálogo aparece ante los lectores olor y el ruido de la guerra, la voz más íntima de un héroe, sus zonas más escondidas. En la cama, por ejemplo, una de tantas mujeres que lo conoció asegura: “Para mí que fue más poderoso amante que soldado”.
¿Se habrá preguntado el autor de este libro si acaso los lectores de principios de este siglo estamos preparados para intervenir en esta plática del muchachito narrador con el general Francisco Villa? No con el revolucionario del que todo mundo ha oído hablar o conoce por los libros de historia, no solamente con ese titán de la patria sino un hombre más frágil, más mortal.
Palacio de Minería. Feria del Libro. Pancho Villa (y Una muerte inmejorable)

Como sea, estas páginas nos meten en la magia de un alma alucinada, el alma de un niño a quien las durezas de la vida y sus dotes corporales hicieron precoz en más de un sentido, el alma como jaula de donde escapan el llanto pronto y la risa fácil, el misticismo de un espíritu capaz de trascender no sólo el tiempo y el espacio sino la desmemoria y las murallas de silencio; el alma natural que preservó la mencionada precocidad y se mantuvo siempre a suficiente distancia de la civilización para volar a la altura de la intuición, sobre la inteligencia y el instinto, con la libertad propia del arte y la limitación humana que encierra desde la santidad espontánea hasta el más valioso de los lujos, la lujuria.
Sí, Pterocles Arenarius, el autor, en alguna parte, alguna vez, si no es que siempre y donde quiera, apreció la capacidad de los lectores para asistir y quedar atrapados en este diálogo de poseídos. Porque eso es esta historia imposible de describir sin emplear palabras chocolateras como magia, erotismo, misticismo, barbarie, cultura, sentimentalismo y drama. Porque no hay otras o al menos el prologuista no conoce otras palabras suficientemente fieles para intentar decir de qué se trata y cómo se trata este libro, no sobre Francisco Villa sino de Francisco Villa y de sus partes menos conocidas: la niñez huérfana de padre, el apego a la madre y la obligación de amparar con el amor y por la fuerza de la astucia, sus estrenos en el sexo y la muerte, el bandolerismo y la genialidad guerrera, los motivos de un lobo muy andado como para morir en la madriguera de la inocencia.
Para escribir Querido Pancho Villa

Diálogo de poseídos, se dijo, porque el narrador de este libro tuvo que dejarse poseer por el querido Pancho Villa. Y si le pregunta: “…¿no me has tomado mi general, no estás en mí?”: es porque necesita que Villa le permita hablarle de tú a tú, ponerlo frente al espejo para que recuerde su iniciación como ser humano de saber: “… de un momento para otro lo decidiste: ‘Ya no soy Doroteo, ahora me llamo Francisco Villa (¡Díganme Pancho Villa Cabrones!)’ … Además, cambiarse de nombre es tomar en las propias manos la vida que nos tocó… Y para ser otro tiene que morir el uno para que nazca el otro, el que sigue, es como si nos pariéramos a nosotros mismos, Pancho. Es como si fuéramos padres de nosotros mismos… Así es como se dio el nombre de Pancho Villa. El nombre y el hombre”.
Con gringos y tomando fotos. Imagen rara de mi general

Diálogo de poseídos, ritual de almas que se incorporan, una en el cuerpo latente y libre de la historia hecha por el general Villa, otra en el cuerpo respirante y preso del momento histórico de quien cuenta el cuento con el fin de que nosotros, los lectores, paremos oreja e imaginemos y desarrollemos el sonido y el sentido capturados en sus letras. Porque a fin de cuentas este diálogo está abierto, por obra y gracia de Villa, al pueblo. Porque Villa es todos los pueblos en sus momentos heroicos, lo es por la veneración que convoca en todo el mundo y lo es por sus tantos nombre que pasan del anonimato al nombramiento de todos: todos somos Pancho Villa. Entonces, nosotros también nos meteremos en la plática y no solamente como si escucháramos una conversación ajena sino como si formáramos, como formamos, parte de una misma historia y pasáramos, como pasamos, a formar parte del mismo hecho revolucionario junto con el muchachito narrador y ese ser que es muchos: “Pancho Villa es tantísima gente”, dice con toda la razón el título del capítulo 17.
Ya empezaba con los caballos de acero (la foto está trabajada para colorearla)

El prologuista considera imprescindible hacer una anotación más sobre la seguridad de que esta obra ofrece la suculencia de un diálogo que lleva directamente, por obra de la ficción, al alma del general Villa. Y es que la novela, ensayo, diálogo, Querido Pancho Villa viene antecedida y garantizada por la experiencia literaria y biográfica de Pterocles Arenarius. En otras palabras, todas y cada una de las afirmaciones aquí expuestas podrían apoyarse si hubiera espacio y fuera pertinente en citas y pasajes de otros textos cuentos, crónicas, novelas, poemas, ensayos y proclamas que comprueban tanto las virtudes narrativas de Arenarius como su rigor y su capacidad de entrega en tanto investigador, docente, amante y amigo.
 En suma, Querido Pancho Villa es el fruto más logrado hasta hoy de la vitalidad y la actitud de Pterocles Arenarius: escritor digno y capaz de la hazaña artística que los lectores atentos van a disfrutar, un diálogo de héroes.

No hay comentarios: