viernes, 11 de marzo de 2016

Segundo escrito para la presentación del libro Una muerte inmejorable de Pterocles Arenarius


Charlie Monttana


Nunca has pensado en el hecho de la impresión de tu encuentro con algo que te impacte y modifique tu forma de vivir, quizá después de andar por ahí arrastrándote encuentras una señal, un hálito de vida, de esperanza, de fe, quizá nunca has pensado en ello…
Es difícil creer que una novela podría cambiar el curso de tu destino y tal vez hasta te ayude a rectificar un poco en tu desesperanzado y rutinario proceder, en tu diario acontecer.
Despertar, lavarte los dientes y huir de prisa entre el asfalto y la banqueta hasta llegar a subirte al microbús, luego el metro y a zancadas y 


Los tumultos cotidianos, el martirio


 corriendo llegar a checar una tarjeta, acomodarte la corbata y el gafete o ponerte un uniforme u overol grasiento y empezar el puto día lleno de puros sueños muertos, retejiendo en tu mente proyectos que cayeron, que se van o que nunca llegaron; a veces nos sentimos como verdaderos gusanos sobre la carne podrida de algún animal muerto bajo el ardiente sol de mediodía calle abajo.
Y sentimos que la vida no vale una mierda; tienes que hacerle buena cara a quien odias, sonreírle a tu peor enemigo. Pelear con 40 pesos en el bolsillo del pantalón sin saber qué necesidad cubrir con ellos, y siempre esperando la bonanza, el cambio y mascullando por qué a fulano y a perengano les va en la vida mejor que a mí, si yo soy mejor que ellos; y anochece y amanece y al otro día chingada madre, otra vez lo mismo…



Autor de Una muerte inmejorable.

Aquí es donde Pterocles Arenarius nuestro caudillo personal nos pone el recetario de “cómo alivianarse sin maestro”; aquí es donde Tranquilino Vallehermoso nos da una verdadera razón de vida, algo que algunos tercos ni aun así comprenderán jamás, a veces les llega la mierda al cuello y aun así siguen saltando como focas de circo, hay cabrones que no se quieren ni echar un pedo para no hacer ruido y, sin embargo, están tan podridos por dentro y no se han dado cuenta de ello, vaya es tan irónico todo esto.
Así nuestro querido amigo Pterocles, nuestro abad del barrio, nuestro ícono de suburbio donde las chicas no tienen nombre por aquello de que luego agarran novios y maridos muy celosos, él aquí nos determina y explica qué es exactamente la vida, la vida en el cenit; con su riquísima intención barriobajera describe tan bien las cosas que hasta cuando habla de la comida me cae que se te antoja y esa exquisitez pornográfica donde dice cosas como ¡¡“le bajé los calzones y qué chula se veía en pelotas, toda espesa del vello púbico, sudorosa, jadeante, llena de pelos”!! Vaya, sí que provoca erecciones esa procaz e indecente lectura. Nuestro querido amigo ha tomado un curso sobre cómo patinar con la pluma, el pulgar, el índice y el dedo medio que da envidia ver qué figuras va haciendo en esa danza, ese ritmo sensible, cadencioso, vigoroso y lúbrico de la tinta mojando el papel con sus palabras está empapado de humanidad, de respeto y dignidad, de pasión y alegría y de igual manera incluye en sus escritos compasión, comunidad y una gran responsabilidad de autenticidad en cada letra que escribe.


Novela tanática, ergo, erótica.

 
Los críticos se regodean con su arrogancia, nos desprecian, el escrutinio de los medios, siempre impredecible continúa siendo elitista y selectivo, preferencial con los advenedizos apadrinados y socios del “Club de los amigos buena ondita” y nosotros estaremos ignorados por ellos siempre o dirán que nuestro trabajo siempre serán obras mediocres, así que lo diré desde esta barra informativa si me lo permiten: ¡Que chinguen a su madre, putos racistas literarios!
Pterocles con su escritura sobria, sabia y seca nos hace creer, aunque sea poquito, que hay muchas cosas que vale la pena vivir; con el nacer de cada uno de sus libros hemos ido descubriendo que es cada vez mejor escritor de lo que él mismo piensa, él sigue creciendo sin importarle lo que los demás digan de él. Hay demasiada sicología en su obra, hay en ello la teoría más fundamental: vivir, vivir de manera abierta, sin cortapisas, ni prejuicios o tabúes, cabalgar sin silla, a pelo, sin brújula mediática, sólo a seguimiento del instinto, así ejecuta mediante el concepto de ello la idea más grandilocuente de la conciencia en la sangre… ¡coger!, ¡beber!, y ¡vivir!
Pobrediableando en esta desangelada travesía nuestro caudillo cada que puede exclama “¡Cuando muera iré al Cielo, pues he vivido en el Infierno!”; esperemos que no caiga nunca, que jamás se resbale del filo del cuello de una botella de tequila y desbarranque al abismo cual Rufo el Coyote en el intento de apañar al correcaminos ¡bip-bip!
De esa magia alquímica que lo vitamina no sabemos el origen, cómo es posible que alguien que golpeado y sumido en las crueles olas del infortunio tenga tal capacidad para escribir Iliadas y Odiseas urbanas tan perfectamente estructuradas y convincentes. Comentaré de manera más que atrevida e imaginaria que este escritor ha degustado de todos los excesos para arribar al conocimiento profundo de la existencia donde fluye sin estancarse, varía y nunca define y argumentaré categóricamente que su progreso se ha logrado a través de su desobediencia social y a través de su rebelión espiritual, en él no habita la lógica, la lógica es el último recurso de la gente que carece de imaginación. Su virtud es describir esos ritos de apareamientos, esos viajes etílicos y hierbáticos de forma magistral, sin tregua, que nunca terminan en “… y fueron felices por siempre”.

Portada de la novela (la ilustración es de Mauricio Gómez Morín).



 
Esto es emocionalmente perturbador y les diré qué complejo es describir “La difícil vida de un creativo fácil”.
Quizá estamos solos cada uno de nosotros y la mayoría vivimos vidas solitarias, aterradoras, incompletas, existencias que tal vez sólo tengan espacio para la demencia, el resentimiento, la neurosis, el miedo, la duda y esa gran inseguridad espiritual que nos impide amarnos a nosotros mismos; vivimos consumiendo esa sustancia química que trastorna nuestro proceso de razonamiento llamada ansiedad, intentemos borrar esa visión catastrófica del mundo donde parece que sólo reina el mal…
Nuestro querido amiguito Pterocles nos ilustra de esta manera: ¡¡“Se sacó la blusa de un rápido movimiento, dejó caer la falda y baló los tirantes del brasier, desenfundó sus tetas de las copas y yo creí que tendría un orgasmo ante aquellos senos un poco grandes, de pezón color de rosa, senos que temblaban a sus movimientos de una manera que parecía insoportable, yo no podía quitar la vista de su cuerpo, de su pubis y su sexo resguardado por un triángulo diminuto y castaño, ella caminó como una aparición de los cielos hasta la recámara y yo tenía ganas de besar las huellas de sus pies, como sonámbulo me puse de pie y no dejé de ver la manera en que Laura movía sus nalgas”!!
La hermosa se dejaba mirar, mi madre observaba al pintor y a la modelo (…) Cerré los ojos y me imaginé a la muchacha desnuda caminando por mi casa, acostada en mi cama, olí el lugar que ocupara; había dejado, ¡cómo no!, el hálito de su perfume y como perro me puse a olfatear la mínima deformación que quedara marcada con su leve huella sobre mi cama.
Sentía gran confusión, hasta el fondo de mí seguía la angustia. ¡Me va a llevar la chingada!, y no hay cosa que pueda hacer.
Para morir nacimos, es demasiado fácil pretender que lograse eludir a la muerte, sería un acto egoísta y hasta mezquino, qué importancia podía tener yo entre cientos de millones que mueren cada día; era sólo una muerte más en el proceso natural de la humanidad.


Vida y muerte, dos partes de un mismo objeto.

 
Morir no es importante, creo haber descubierto que la vida no tiene sentido y si lo tiene es sólo para construirnos a nosotros mismos. La naturaleza haciendo experimentos ha logrado ordenar de manera perfecta y prodigiosa a esas partículas que les ha dado vida y en los casos más avanzados les ha dado conciencia. Entonces si buscamos aventuras en la vida, lo único que lograremos es construirnos a nosotros mismos en algún sentido.”
Celebro la increíble brillantez e inspiración de Pterocles Arenarius a quien consideramos un profesional excelente y un hombre maravilloso quien se sabe apreciado por la gran hermandad; siempre equilibrado, con la humildad necesaria, la seguridad personal y la capacidad de corregirse.
Esperemos que la competencia nunca lo defina, pues su obra no es una mera transacción comercial dentro de la lectura desechable y al final esperemos que su obra hable por sí sola, es posible que él no necesite ser tan popular ni que le den voto de aprobación, su necesidad es que permanezca siempre con el corazón en llamas… ¡¡en éxtasis!!

Marzo 2016, Ciudad Nezahualcóyotl



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