Pterocles Arenarius
El 1 de junio, se presentó la novela Una muerte inmejorable en la librería Rosario Castellanos de la colonia Condesa. Previamente el autor tuvo una pequeña odisea. Sale con el tiempo medidito. Hay que imprimir en un negocio de internet, porque su impresora no está muy bien. Por diversas razones en un establecimiento tienen problemas con la impresora y, este desprevenido pierde quince preciosos minutos esperando. Luego, en chinga en el metro hasta la estación Centro Médico del metro, pero antes hay que transbordar en Guerrero. Y el señorito se pasa de esa estación hasta Buenavista. Puta madre. Y ahí viene de regreso el viejo pendejo.
Pterocles, Borja. |
Va tarde y todavía pierde otros diez minutos. Por fortuna el metro corre y llega a Centro Médico en donde el viejo iracundo, bufando de ira contra sí mismo, toma un taxi que, otra vez por fortuna en menos de diez minutos, lo deposita en la puerta de la librería Rosario Castellanos en donde el querido Jorge Borja ha empezado el acto charlando con la gente, cuenta anécdotas del autor ocurridas hace la friolera de treinta años. La charla es muy amena, Borja es un tipo de enorme simpatía, muy grata sencillez y un descomunal bagaje de conocimientos y unas tablas de muchos años en los asuntos de la literatura y la cultura en general. Media hora tarde. Qué desvergüenza, qué descuido. Llega el viejo escritor sin mayores aspavientos, sin agitarse, como si hubiera estado en tiempo y forma. Cínico. Se incorpora al presídium como si nada. Para acabarla de chingar, sabe Dios cómo empezó Borjita sin ser presentado, porque el viejo este trae su semblanza:
Jorge Arturo Borja López.
México DF, 1962. Licenciado en comunicación por la Universidad Autónoma Metropolitana. Guionista de televisión, trabajó al lado de Juan José Arreola y Antonio Alatorre en el programa Libros, autores y lectores, entre otros. Autor de los libros Campo de batalla, cuentos y De El Azteca a Madero, crónicas. Compilador de las colecciones de cuentos Que el tiempo lo decida y Sangre enamorada. Periodista, narrador, catedrático, cronista, erudito, bailarín prodigioso, Jorge Borja, que suele decir de sí mismo “Yo sólo soy un hombre débil, un espontáneo/ que nunca tomó en serio los sesos de su cráneo”, es autor de una novela titulada A media noche en ninguna parte que se mantiene inédita para desgracia de la literatura mexicana. Es sin duda, además, pantagruélico, esto significa que si usted lo invita a comer y beber resulta desaconsejable, porque le sale más barato vestirlo de charro.
Borja es pantagruélico |
Ocurre un estallido de risa, cuando la presentadora de la Editorial De Otro Tipo lee el texto, además de las carcajadas que ya había provocado Borja. Hay unas cincuenta personas. El autor de Una muerte inmejorable, ofrece una encarecida disculpa por el retardo y se justifica diciendo con gesto de gran seriedad, que hubo un complot organizado por el mal gobierno en su contra para hacerlo llegar tarde. Las risas no se dejan esperar, el señor este de barbas indudablemente marxistas debe estar loco, o se trata de un chiste; lee su texto: una diatriba contra el mal gobierno que puede leerse aparte de este reporte. Es un buen pretexto el hecho de que el telón de fondo de la novela es la circunstancia del momento en México. Hay unos diez amigos del viejo Pterocles. Toda la demás gente es desconocida. Se venden unos diez ejemplares y el autor recibe el cariño de la gente, los familiares y los amigos. Le toman fotos, le piden tomárselas con él. La gente le hace preguntas que le permiten buscarse más simpatías, más cariño de la gente.
Dos autores literarios. |
¿El nombre Pterocles Arenarius es seudónimo o es verdadero? El viejo responde que es verdadero porque es seudónimo. Una jovencita pregunta cuánto tiempo le llevó escribir la novela. Entonces el viejo se suelta el pelo hablando de que empezó a escribir su novela en el año 2002, que la novela participó en un concurso en Guanajuato, y fracasó. Luego en otro, nacional, y fracasó. Luego en uno más, en España, y fracasó, se quedó en la orillita, como finalista. Hasta que por fin ganó el concurso convocado por la Editorial De Otro Tipo. Mucha terquedad y, finalmente, no menos amor a la literatura.
Es muy hermoso recibir el afecto, la consideración de la gente por hacer lo que uno ama, por sentirse querido como lo dijera García Márquez. Esto es un inmenso aliento para continuar, para refrendar la vieja idea de ser instrumento de la palabra.
Las presentaciones son como una fiesta de cumpleaños para un autor. Si salen bien, es decir, cuando se logra despertar el buen humor, desencadenar la risa y aflorar emociones, aquello se convierte en el paraíso. Es como enamorar a alguien. Es un acto de seducción. En el ambiente flota una dulce energía de sentimientos gratos. Ha cumplido el viejo escritor. Hay que escribir. Es una forma de dar amor.
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