El maestro. La bondad personificada. |
Brega
Pterocles Arenarius
En enero de 1985 encontré una convocatoria (en realidad, si no mal recuerdo vi esa invitación en 1984) para participar en el taller de Edmundo Valadés. Me apersoné ávido de encontrar gente con quien hablar de literatura y que, igual que yo, escribiera lo que yo llamaba cuentos. En realidad no eran cuentos, o lo eran de chiripa, porque me empeciné en no “contaminarme” con academicismos. Era muy soberbio. El tiempo se encargó de desmontarme (a chingadazos) del inútil, endeble, corcel de la egomanía. Sin embargo, a punta de chiripazos, conseguí textos que no dejaban de ser, al menos, divertidos e interesantes. Al concluir el primer año de taller con el maestro Valadés (un hombre de inmensa estatura moral, un gran lector de cuentos, un maestro nacional del cuento, una institución) hicimos una selección de los cuentos que descollaron en el taller. Y ahí me publicaron por primera vez en libro.
Una época de oro. La canija lagartija. |
Ese conecte. Debut. |
Era el año 1987. Las instituciones que impulsaban la iniciativa eran INBA, Tierra Adentro; UNAM, Punto de Partida; ISSSTE, República de Poetas. Un poco antes, en 1985 había publicado un cuento breve en la
revista El Cuento, del mismo don Edmundo Valadés. El cuento que tuvo la fortuna de aparecer en esta antología fue Ese conecte.
Piedra de fundación. Cantos de la colmena. Títulos poéticos. |
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