sábado, 12 de febrero de 2011

Críticas a la Encuesta del Conaculta

Por Judith Amador Tello.

MÉXICO, D.F., 10 de febrero (apro).- Desde diversos campos del conocimiento y perspectivas de análisis, especialistas convocados por la Universidad Autónoma Metropolitana-Xochimilco debatieron sobre los contenidos, alcances y limitaciones del Atlas de Infraestructura y patrimonio cultural de México y la Encuesta Nacional de Hábitos, Prácticas y Consumo Culturales, realizados por el Consejo Nacional para la Cultura y las Artes (Conaculta).

Durante el foro, organizado por el Grupo de Reflexión sobre Economía y Cultura (GRECU) y coordinado por el periodista Eduardo Cruz, los trabajos publicados recientemente por el Conaculta no pasaron la prueba del análisis.

Y es que si bien se habló de la necesidad de contar con datos que sustenten la creación de políticas públicas en materia de cultura, se dejó claro que estos estudios no reflejan la realidad actual de México.

Entre otras cuestiones, porque el concepto de cultura plasmado en ambos diagnósticos corresponde más al siglo XIX que al XXI. Se habla de que sólo 48% de los encuestados tiene acceso al consumo cultural, cuando debería precisarse que es, quizá, el acceso a los servicios que ofrece el Estado y no a otras formas de consumo que actualmente están diversificadas. Y buena parte del consumo, por ejemplo, es “esencialmente pirata”.

Se dice, por ejemplo, que 81% de los mexicanos no ha visitado nunca un monumento histórico, cuando los templos católicos a los que asiste frecuentemente son justamente monumentos históricos. No hay, pues, un registro del consumo en nuevas tecnologías, banda ancha, telecomunicaciones, etcétera.

Se hicieron mil encuestas por entidad federativa, que pueden ser suficientes para ciudades con menor población, pero insuficientes para una ciudad de más de 20 millones de habitantes, como la de México.

Y así, uno tras otro, se presentaron diversos argumentos que señalan que la encuesta no deja del todo satisfechos a los especialistas, promotores culturales, investigadores y académicos vinculados al tema, como Eduardo Nivón, Víctor Ugalde, Susana Barroso, Eduardo Caccia, Héctor Garay, Adriana Malvido y Javier Esteinou, entre otros.

Para el historiador Rafael Campos, investigador de la UNAM, la encuesta ni siquiera tuvo un rumbo definido y “no se puede evaluar lo que no se planea… No hay un documento previo que nos diga qué estamos buscando, y esto no puede suceder en las políticas públicas. Estamos respondiendo a una política de gobierno, pero no a una política pública”.

Esteinou expresó su preocupación porque el concepto de cultura del Conaculta “es muy aristocrático”, circunscrito esencialmente a las bellas artes como danza, ópera, y sólo muy recientemente ha incorporado al cine. E hizo ver, dado que se estableció en la encuesta, que cerca de 50% de la población no asiste a actividades culturales y se omite ponderar que para hacerlo se requiere de tiempo libre, que alrededor del 47% de la población no lo tiene.

Sus opciones de “consumo cultural” se reducen entonces a la radio y la televisión, por lo tanto es en las pantallas donde realmente se está definiendo la política cultural.

De acuerdo con el especialista en medios, la Secretaría de Educación Pública y otras instancias como la Secretaría de Salud (que debería estar ocupada en la salud de los mexicanos) permiten la difusión de “una cultura chatarra”, y eso no está reflejado en los estudios.

Ante ello, propuso que, en primer lugar, se modifique ese concepto de cultura; además, que los estudios y encuestas se realicen por lo menos cada tres años; que se convoque para su realización a la comunidad académica y cultural, y que parta de medir la cultura real, no la que ha imaginado el Conaculta.

Por su parte, Víctor Ugalde añadió que aunque concuerda con Esteinou en prácticamente todos los puntos, los estudios culturales deben hacerse no cada tres, sino cada año, para tener datos reales. En el campo de su gremio cinematográfico, indicó, se hacen mediciones anualmente, así saben que en 2010, por ejemplo, hubo una “caída dramática” en la producción, que se verá reflejada en la exhibición de menos películas mexicanas para este 2011, y este problema no está consignado en la encuesta que hoy está sumamente rebasada.

Propuso entonces la creación de un Observatorio Cultural que sea público y “funcione todos los días”, pero además que el Conaculta opere realmente como consejo, que sea incluyente para que las decisiones dejen de tomarse verticalmente.


En el aire se dejó también la idea de que los académicos y miembros de la comunidad cultural deben reunirse más frecuentemente a hacer este tipo de análisis.

Fuente: http://www.proceso.com.mx/rv/modHome/detalleExclusiva/88281

1 comentario:

Pascual Zarate dijo...

¿Cuántos leemos el Observatorio Cultural de Guanajuato?