domingo, 29 de noviembre de 2020

Como se escribió la novela Querido Pancho Villa

 Así se escribió Querido Pancho Villa


Pterocles Arenarius


 En diciembre del 2019 salió la novela Querido Pancho Villa, en una edición de Eterno Femenino Ediciones, unos poquitos meses antes de la pandemia. No alcanzamos a hacer una presentación bonita, completa, es decir, presencial y con un brindis (o muchos) de por medio. Pero vio la luz.
El cartel, el libro, el autor


La pandemia provocada por el llamado Covid 19 ha perturbado una gran cantidad de actividades. Las más afectadas han sido las culturales. Así que mi Querido Pancho Villa no ha tenido la difusión que se merece.
En algún momento, hablando con el maestro Agustín Ramos en el ínterin desesperante de no publicar Querido Pancho Villa, escribí otra novela que tenía en plan desde muchos años atrás, esa fue Cualquiera puede matar. Agustín Ramos tuvo la enorme gentileza, junto con el maestro Jorge Arturo Borja y mi amigo Juan Carlos Castrillón, de presentar Cualquiera puede matar en el Museo del Pulque, ahí a un ladito de la iglesia llamada de los sanjuderos―, me preguntó Ramos que si estaba escribiendo algo y le hablé de Querido Pancho VillaAgustín es un hombre extraordinario y brutalmente generoso, me dijo que se la hiciera llegar, que le interesaba leerla. Se la mandé y, aprovechando el viaje (aprovechado que soy), le pedí que si me pudiera hacer un prólogo para Querido Pancho Villa. Agustín Ramos leyó las 336 cuartillas de computadora que tiene la novela y me hizo un prólogo que, lo confieso, me hizo llorar (me lo hace cada vez que lo leo). Me obligó a reconsiderarme. Me puso pensar. La lectura de Agustín fue tan certera, tan profunda, tan lúcida, que debiera sonrojarme cada vez que él me viera. Penetró hasta lo más profundo de la novela. Y, por supuesto, de mí. Pancho Villa, dice Agustín:
(...) se mantuvo siempre a suficiente distancia de la civilización para volar a la altura de la intuición, sobre la inteligencia y el instinto, con la libertad propia del arte y la limitación humana que encierra desde la santidad espontánea hasta el más valioso de los lujos, la lujuria.

Tres libros de narraciones sobre mi general Villa
La escritura de la novela fue cambiando conforme se escribía. Empezó con una especie de posesión a través de la lectura de un libro maravilloso: Memorias de Pancho Villa, de Martín Luis Guzmán. Este enorme autor nos confiesa que él fue amanuense del general Villa; que él mismo le dictaba sus memorias para que, precisamente, el escritor uno de los más grandes prosistas en nuestro idioma― escribiera una biografía del soldado, del bandido, del hombre del pueblo que fue PanchVilla. Yo recuerdo haber leído hace muchísimos años (la localización del texto escapa a mi memoria) una descripción de Pancho Villa escrita por Martín Luis Guzmán. Hablo de hace más de medio siglo de haber conocido ese texto que, aunque hice lo más que pude para encontrarlo, no me fue posible. Bien, en él Guzmán hace un retrato impresionante del general. Habla de él como si fuera un animasalvaje, un ser propio de la naturaleza más cruda; un apenas humano si no fuera porque su inteligencia sobresalía de entre muchas otras características altamente desconcertantes. Martín Luis Guzmán, si bien describe a un bárbaro, incluso y más bien a un animal, no deja de mostrarse arrobado, fascinado por la esencia, por un lado pavorosa, demoniaca, pero también inconcebilemente candorosa de aquel hombre inverosímil que remontó desde el bandolerismo de asaltacaminos y el abigeato aunque con perspectivas industriales hasta las cumbres del poder. La fascinación del gran escritor no está exenta de una admiración tan extrema que raya en algo que llamaría un amor devoto, las de Martín Luis Guzmán son letras que nos comunican reverencia, incluso fervor. Sin embargo, algo pasó entre ambos gigantes, el escritor llegó a serlo después, Villa ya lo era. Algo pasó que los llevó por caminos diferentes. Incluso se dice que Villa llegó a amenazar al literato con el fusilamiento. Es materia de investigación. Bueno, el que quizás haya sido el más grande prosista mexicano tuvo que alejarse del general. Pero su pasión por él no menguó. Años después Nelly Campobello, le hizo llegar un largo manuscrito que era la continuación de las memorias de Pancho Villa. El general encargó el trabajo que había estado haciendo Martín Luis Guzmán a Manuel Bauche Alcalde; con esos materiales pudo terminar el famoso libro Memorias de Pancho Villa, con sus 950 páginas.
Martín Luis Guzmán, Paco Ignacio Taibo II y Friedrich Katz, los fundamentos
Martín Luis Guzmán habla del lenguaje purísimo, arcaizante, campesino, circunloquial y salpicado de graciosos pleonasmos que reforzaban la expresividad que usaba Villa y que él le escuchó por más de un año. El gran escritor confiesa que le metió mano sin piedad a los escritos de Bauche Alcalde, quien había “traducido” el lenguaje “incorrecto” del general campesino a un español propio de un “citadino civilizado”. Formidable trabajo de Martín Luis que pergeñó una gran hazaña, pues en la lectura de las Memorias... no se perciben las transcisiones que él mismo anota en el prólogo.
El lenguaje de las Memorias de Pancho Villa, es mágico. Ciertamente está cargado de un candor que es necesariamente fascinante. El libro está habitado por un poderío verbal que en el mejor sentido de la expresión― enajena.
Yo empecé a leer este volumen quizá en el 2014. Son casi mil páginas, así que lo leí en unos tres meses (siempre leo tres o cuatro libros simultáneamente), pero el lenguaje de Villa me enajenóEs tan exacto, envolvente, tan candoroso que llega a volverse deslumbrante. Termina uno encantado. ¿Es Pancho Villa o es Martín Luis Guzmán? ¿O son los dos? El caso es que cuando iba a medio libro o antes incluso, me puse a intentar escribir algo y me di cuenta que estaba escribiendo como (dice Martín Luis Guzmán) hablaba Pancho Villa. Me di cuenta, ¿o será falso?, que el espíritu de Villa habita en su lenguaje y que el autor de las Memorias... lo capturó de manera magistral. Y si yo no podía escribir si no era como hablaba Villa, su espíritu, concluí que había una posesión. ¡El lenguaje de mi general es decir, su espíritu― habían hecho posesión de mí! Eso es muy grave. El padre Gabriele Amorth (el exorcista oficial de El Vaticano que en su vida se enfrentó 70 mil veces con el diablo, el que decía que el aborto, la homosexualidad, el divorcio, todos los males de la humanidad los carga el demonio en los humanos) se hubiera apresurado, sin duda, a practicarme una de sus ceremonias para expulsar al maligno de mis profundidades. Para la iglesia, no podía ser de otra manera, Pancho Villa era un demonio. Es más, hay una versión de que mi general tenía pacto con el diablo, como se reporta en la novela Querido Pancho Villa. Pero yo no me angustié ni mucho menos, era bonito estar tomado por ese lenguaje. Pero era un problema, porque si no podía escribir más que con tales modismos, con ese estilo, me pregunté “¿y ahora qué hago?”. Pues escribir algo sobre mi general Villa. Y como estaba escribiendo como él hablaba (o intentándolo según mis entendederas o mis posibilidades y mis circunstancias de chilango del siglo XX-XXI frente a un campesino, aunque haya sido un genio, del XIX-XX), pues me puse a escribir algo sobre el general.
Los malquerientes: Krauze, Marte R. Gómez y Rafael F. Muñoz
Luego pasó algo curioso. Cuando entré más de lleno en la narración de la que no sabía si sería relato, cuento, ensayo, novela o qué― cada noche soñaba con Pancho Villa. A veces lo soñaba a él hablándome de cosas que no tenían que ver con la novela ni siquiera con su vida. A veces soñaba no imágenes, sino conceptos filosóficos, ideas relacionadas con la historia de Villa. Y despertaba con la sensación de que tenía que escribir eso. Relativamente pronto me di cuenta que tenía que ser una novela.
Pero a raíz de tales sueños, me di cuenta que iba a ser, como dice Agustín, “(...) un diálogo de poseídos”. Inmediatamente sostiene que es “imposible de describir sin emplear palabras chocolateras como magia, erotismo, misticismo, barbarie, cultura, sentimentalismo y drama. Porque no hay otras o al menos el prologuista no conoce otras palabras suficientemente fieles para intentar decir de qué se trata y cómo se trata este libro, no sobre Francisco Villa sino de Francisco Villa y de sus partes menos conocidas: la niñez huérfana de padre, el apego a la madre y la obligación de amparar con el amor y por la fuerza de la astucia, sus estrenos en el sexo y la muerte, el bandolerismo y la genialidad guerrera, los motivos de un lobo muy andado como para morir en la madriguera de la inocencia”.
Los libros consultados y el resultado Querido Pancho Villa
La novela trata de la parte menos conocida del famoso guerrillero y el punto de vista es nigromántico. A ver si no viene Amorth del otro mundo (murió en 2016) a jalarme las patas en la noche, pero no, porque mi general se me fue yendo poco a poco conforme terminé la novela, la cual parte desde que nació Doroteo Arango Arámbula la tarde del 5 de junio de 1878 en medio de augurios tanto terribles como auspiciosos, pero siempre de gran magnitud. A sus 16 años, en 1894, así lo narra el propio general, comete un asesinato que lo marca para el resto de su existencia, pues lo obliga a vivir escondido en una de las múltiples zonas semiboscosas, semidesérticas de Chihuahua, en lo que llamamos la Sierra Madre Occidental. Desde entonces hasta el momento en que Abraham González, quien lo conocía bien e incluso se dice que había hecho algún negocio con el entonces bandolero, lo recluta para que fuera parte de un ejército que no existía y que iba a luchar contra un tirano que acumulaba más de treinta años creando la desigualdad económica entre los mexicanos y que la llevó hasta un nivel que la gente de nuestro país de aquellos tiempos se negó a continuar aceptando al costo que fuera. Sigue Agustín Ramos:
Porque Villa es todos los pueblos en sus momentos heroicos, lo es por la veneración que convoca en todo el mundo y lo es por sus tantos nombres que pasan del anonimato al nombramiento de todos: todos somos Pancho Villa. Entonces, nosotros también nos meteremos en la plática y no solamente como si escucháramos una conversación ajena sino como si formáramos, como formamos, parte de una misma historia y pasáramos, como pasamos, a formar parte del mismo hecho revolucionario junto con el muchachito narrador y ese ser que es muchos: “Pancho Villa es tantísima gente”, dice con toda la razón el título del capítulo 17”.
Agustín Ramos, prologuista
Al final la novela Querido Pancho Villa es también una toma de posición política todo acto en la vida lo es― con respecto de lo que representa el famoso guerrillero, bandido, general e invasor, el único que lo ha hecho en la historia, de los Estados Unidos de América.
Finalmente, Agustín Ramos concluye su prólogo con frases que este autor simplemente mira con pasmo, por más que le indican que esta vida, este viaje de la escritura ha valido la pena.
(...) esta obra ofrece la suculencia de un diálogo que lleva directamente, por obra de la ficción, al alma del general Villa.
(...)
En suma, Querido Pancho Villa es el fruto más logrado hasta hoy de la vitalidad y la actitud de Pterocles Arenarius: escritor digno y capaz de la hazaña artística que los lectores atentos van a disfrutar, un diálogo de héroes”.
Por último, para dar una idea de quién era Francisco Villa voy a transcribir dos fragmentos, primero del autor italiano Ettore Pierri que escribió La Verdadera Historia de Pancho Villa. Éste autor hizo más de 300 entrevistas a personas que conocieron a Villa.
¿La gente lo quería?
¡Claro que sí! ¿Esto se va a publicar en algún lado?
En un libro, ¿por qué?
Porque quiero que diga una cosa. Diga que no había nadie tan querido en México como Villa. ¿Lo dejarán decir eso?
Por supuesto.
Diga que lo dije yo, Tomás López Flores.
¿Qué es lo que más recuerda de Villa?
Se va a reír...
No. Dígalo...
El puño.
¿El puño?
Sí. Lo cerraba cuando hablaba de la tierra y lo apretaba. Se le hinchaban las venas.
¿Qué decía de la tierra?
Que tenía que ser de todos. Decía eso y apretaba el pño. Era capaz de matar con aquel puño enorme.
¿Y usted estaba de acuerdo?
¿Con qué?
Con lo que Villa decía.
Todos estábamos de acuerdo. Por la tierra se hizo la Revolución. Lástima que él... se interrumpió.
¿Qué iba a decir?
Que es una lástima que él haya muerto.
Jorge Arturo Borja, autor del texto de cuarta de forros


El siguiente fragmento es de John Reed:
Era un gigante macizo como una pirámide, que en ocasiones se enternecía hasta las lágrimas por cuaquier hecho sencillo.
Cierto día entró con sus hombres a un pueblo y un niño se le acercó y le entregó un ramo de flores.
Para usted, mi general. Dijo el niño. Villa lo miró confundido.
¿Para mí? ¿Flores para Villa murmuró.
Sí, mi general repitió el niño―. Para usted.
¿Por qué? ¿Por qué flores? preguntó Villa con los ojos brillantes.
Porque todos lo queremos aquí contestó el niño.
Villa desmontó, tomó al niño en sus brazos, lo miró a los ojos y lo besó. Después se apartó de nosotros. Cuando fui a buscarlo estaba solo. Llorando.
Flores dijo con el rostro cubierto de lágrimas― Flores para Villa...
Bajo la égida de mi general

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