viernes, 2 de octubre de 2015

2 de octubre

El 68 es hoy

Pterocles Arenarius

A cuarenta y seis años de distancia del año de 1968 ya no hay dudas: el gobierno cometió un crimen de lesa humanidad, una masacre genocida contra gente inocente. Por supuesto que el país es otro después del 68, por más que haya habido retrocesos, uno de los cuales es el regreso del peor PRI de la historia al poder encabezado por un analfabeta funcional: Enrique Peña Nieto.

Imágenes del genocidio.

Gustavo Díaz Ordaz, como si fuera necesario, en el año 1969, asumió la responsabilidad del crimen. En el trasfondo de este asesinato masivo está la hegemonía norteamericana sobre México, sin olvidar la circunstancia que, a largo plazo, parece coyuntural y que en aquellos tiempos era esencial, la guerra fría de EU contra la Unión Soviética. No olvidemos que los dos responsables mexicanos del genocidio de Tlaltelolco eran agentes de la CIA: Gustavo Díaz Ordaz (identificado como Litempo 2 por la CIA) y Luis Echeverría Álvarez (Litempo 8) —otros agentes pagados por la CIA fueron Fernando Gutiérrez Barrios (identificado como Litempo 4) y que con los años fuera secretario de Gobernación de Carlos Salinas de Gortari; Miguel Nazar Haro (Litempo 12), bien conocido y recordado como asesino y torturador y muchos más.

Agentes de la CIA. Presidentes de México.

Las palabras de Díaz Ordaz, pronunciadas ya en los años 70, pero sin perder la prepotencia y el aire de criminal perdonavidas, a un periodista que lo inquirió (¿no había cambiado México, viejo pendejo? ¿En su tiempo alguien podía preguntarle algo así a un gran criminal de las cúpulas del gobierno?), Díaz Ordaz respondió al periodista algo así como que si no fuera por la matanza de Tlatelolco “usted no estaría aquí, jovencito”; pero lo que en realidad quería decir era, sin la matanza de Tlatelolco, México seguiría siendo gobernado por agentes descaradamente miembros de la CIA, como lo fueron tres presidentes mexicanos: Gustavo Díaz Ordaz, Luis Echeverría Álvarez y Adolfo López Mateos, como lo documentaron de manera más que prolija los ex agentes de la CIA: Phillip Agee y Winston Scott, entre otros. Ahora las evidencias salen a la luz. Los presidentes mexicanos no actuaban en favor de México, sino de Estados Unidos, pues eran sus agentes incluso pagados por el erario gringo.

Uno de los héroes del año 68. El inmortal José Revueltas.

Y aunque nuestro país, ciertamente ha cambiado, una de las peores regresiones que hemos sufrido fueron la fallida alternancia democrática que pudrió Vicente Fox cuando traicionó a la democracia y, además, nos robó escandalosamente (se dice que Martha Sahagún recibía un millón de pesos diarios al acaparar los donativos prácticamente para todas las ONG importantes de México y despojando a éstas de recursos); el siguiente sexenio, cuando Andrés Manuel López Obrador derrotó al sistema en las elecciones de 2006, prácticamente a cualquier precio impusieron al criminal y alcohólico Felipe del Sagrado Corazón de Jesús (¡!) Calderón Hinojosa, mejor conocido simplemente por el acrónimo de su nombre, Fecal. Con lo cual llevaron al país a una situación de hecatombe, de autodestrucción y de muertes masivas gracias a la guerra contra el crimen organizado que desató el señor Fecal violando la ley, todo protocolo legislativo y el mismo sentido común. Aunque no hay evidencias de que don Fecal haya sido también agente de la CIA, no sería muy de dudarse, pues en contubernio con la Agencia gringa de Control de Alcohol, Tabaco, Armas de Fuego y Explosivos, conocida como ATP y hoy sustituta de la siniestra CIA, aplicaron “operativos” como Receptor Abierto y Rápido y Furioso para introducir miles de armas en México para “seguirles el rastro”, rastro que perdieron desde el principio. Es decir, operativos para sacrificar mexicanos, para destruir a nuestro país soliviantando la violencia. Acciones por las cuales Fecal se enriqueció y logró la protección posterior a su mandato por mucho tiempo en Estados Unidos.

Y condujo al país... A la desgracia.

Es urgente anotar que el 68 es hoy, cuando el gobierno mexicano ha cometido otro crimen de lesa humanidad, como es la desaparición de 43 estudiantes de la Escuela Normal Rural Raúl Isidro Burgos de Ayotzinapa, en un acto en el que brillan, igual que en Tlatelolco 68, la estupidez, la crueldad extrema, la cerrazón y —aunque muchos lo duden— el sometimiento al poder gringo.

Fueron 43 muchachos, estudiantes, indígenas, las víctimas de un crimen
monstruoso, absurdo, inexplicable.
En este momento nuestro país es una desgracia. Es el vecino muertodehambre junto al vecino millonario. Estados Unidos tiene a México de rodillas. Nuestro atraso con respecto a los gringos —los llamo gringos porque el país llamado Estados Unidos de América, traducción literal de United States of America, se confunde con una nación como México, que también es, como cualquier nación del mundo en esta etapa de la historia, un grupo de “estados unidos”. Ellos se autonombran “de América”, como también lo somos los que habitamos desde Alaska a la Patagonia. En otras palabras, los gringos no tienen nombre—, decía que nuestro atraso con respecto a los gringos es, por ejemplo en tecnología, de medio siglo; México es la víctima de los Tratados de Bucareli, mediante los cuales Álvaro Obregón, luego de recibir el apoyo gringo para derrotar a los caudillos populares mexicanos, Francisco Villa y antes Emiliano Zapata, aceptó que nuestro país no desarrollaría ningún invento o investigación científica que compitiera con los que hacían los gringos. Obregón, un redomado criminal, entregó México a los gringos, con tal de derrotar al más valioso líder popular mexicano, 

Auténticos líderes del pueblo.

Pancho Villa. Además, fundó la tradición del gobierno demagógico o, mejor, mentiroso hasta el delirio; asesino, es decir, si no puedes comprar a tus enemigos, mátalos, no sin antes debilitarlos hasta donde te sea posible; y rateros. Nuestro país sólo ha sido un botín de los ricos criollos, los mestizos entronizados en el poder a punta de corrupción y el poder norteamericano. Los métodos para conservar el botín son: uno, colocar en el poder al sujeto más pendejo posible y, si no, al más vendido al poder gringo. Todos los presidentes mexicanos de la posrevolución —exceptuando al general Lázaro Cárdenas— han sido gente irremediablemente corrupta que han ocupado el cargo para volverse ricos de manera demencial, por más que sus existencias como ex presidentes hayan sido más que miserables. Y también han sido altamente mediocres, con una sola excepción en mediocridad —pero más que sobresaliente como criminal—: Carlos Salinas de Gortari.

El poder tras el trono.

Si se me disculpa la digresión, continúo. México es un país dolorosamente pobre, indefenso y atrasado con respecto del país sin nombre, o el país gringo. El salario mínimo es doce veces menor, con lo que se provoca que los mexicanos emigren a tierras gringas a trabajar, es decir, a dejar allá la riqueza que nos correspondería, pues lo único que en este mundo genera riqueza es el trabajo. Hay millones de mexicanos viviendo “ilegalmente” en el país sin nombre. Y los gringos incluso se dan el lujo de despreciar y estigmatizar a los mexicanos luego de beneficiarse de su trabajo.
El país gringo es el que tiene el primer lugar de personas obesas en el mundo. Ellos no mueren de enfermedades prevenibles, como acá; ellos revientan por exceso de comida al fallarles el corazón o por el estrés por sus enfermizas costumbres de “lucha por el éxito”, el american way of life. Tristemente, México, un país colonizado, tiene el segundo lugar en obesidad. Paradójicamente, como maldición, al mismo tiempo este país sufre hambre en al menos el 30 por ciento de sus ciudadanos. Unos mueren como los gringos, por estar excesivamente gordos —la obesidad es una discapacidad, según estándares de la OMS— y otros sufren y también mueren o padecen enfermedades o disfunciones congénitas por escasa y deficiente alimentación. La cual es provocada por un insuficiente ingreso.
Uno de los más graves “errores” cometidos por gobiernos mexicanos fue el de declinar de la autosuficiencia alimentaria cuando algún “genio” de la Secretaría de Agricultura, del régimen criminal de Carlos Salinas de Gortari manifestó el deslumbrante descubrimiento: “Comprar granos en Estados Unidos es más barato que producirlos en México”. Y así se puso en manos de los gringos la autosuficiencia alimentaria de este país. Es decir, en el momento en que el país sin nombre decida matar de hambre a los mexicanos, lo hará, porque el gobierno nuestro así lo decidió. Como nunca México es dependiente del país gringo.

El gringo, país sin nombre.

Un ejemplo más en el que nuestro país se encuentra próximo al colapso es la educación. En pocos países del mundo como aquí este es un renglón descuidado y caótico. Las graves consecuencias de una educación sistemáticamente abandonada por el gobierno ya se sienten en los niveles elevados del trabajo, es común que profesionistas de cualquier área escriban lamentablemente, cometiendo faltas de ortografía y de redacción; es común que los niños que egresan de secundaria no entiendan lo que leen y los de primaria no pueden ni siquiera multiplicar. Y las acciones para deteriorar la educación parecen inagotables. Ahora se realiza la evaluación de los que quieren entrar a cursar educación media superior por medio de una empresa privada e igualmente se pueden titular los que hayan hecho licenciaturas a través de esa empresa, llamada Centro Nacional para la Evaluación de la Educación Superior (Ceneval). Lo cual es un primer paso para privatizar la educación en todos sus niveles. Pero no para mejorarla. Hoy, los jóvenes que hayan estudiado secundaria o dejado inconclusa la preparatoria, pueden adquirir el reconocimiento de tener tal nivel de estudios mediante ¡un solo examen! Parece ocioso afirmar que muchachos casi analfabetas accederán al certificado de preparatoria y quizás intenten llegar a la universidad. Eso es la educación en México en este momento. Y al mismo tiempo, el sindicato de maestros es una verdadera mafia de gente criminal o por lo menos altamente corrupta.

Larga historia de crímenes.

El gobierno de este momento, parece decidido a violar la ley sin medida. El presidente ha sido señalado como un ladrón. Ha acumulado riquezas que son inalcanzables con el dinero que ha ganado en toda su vida como burócrata o gobernante. No puede explicar la acumulación de bienes que ostenta (y menos todavía de los que, sin duda, oculta). El mismo régimen ha cometido asesinatos masivos en diversos sitios de México. Como en Tlatlaya, Estado de México; Tanhuato y Apatzingán, Michoacán; en algunas de estas matanzas suelen argüir que los muertos eran criminales, pero ninguna ley, ni la mexicana autorizan las ejecuciones sin juicio. Las reformas que ha impulsado el gobierno de Peña Nieto tienen la finalidad de saquear la riqueza nacional para los negocios de la corrupta clase política mexicana y para someter a los trabajadores de todo ramo de la producción o de la educación. Así han aprobado una perversión laboral llamada outsourcing o tercerismo, que arrebata toda prestación o seguridad laboral al trabajador. Además de que la reforma educativa sólo tiene la finalidad de precarizar el trabajo de los profesores sometiéndolos a condiciones de trabajo similares a las del tercerismo.
Los últimos procesos electorales han sido robados por el sistema, mucho mejor definido por Andrés Manuel López Obrador —con toda razón—, como la mafia del poder. Y esto ha ocurrido, en los hechos, para desgracia de esta nación. En muchos países de Sudamérica la izquierda logró victorias electorales y alcanzó excelentes resultados. El ejemplo más brillante es Brasil, país que se ha convertido en una potencia mundial. Argentina, resolvió sus terribles problemas económicos y llegó a la estabilidad; Chile se encuentra en inmejorables condiciones; Bolivia, de igual manera ha resuelto grandes problemas de su economía; Uruguay se encuentra en un lugar privilegiado, por ejemplo, su índice de desarrollo personal es superior al de México. En tanto nuestro país vive una noche negra.

Comparativo.

En el mundo, en este momento, grandes multitudes se lamentan y se manifiestan por un crimen semejante al del año de 1968. Ahora fueron desaparecidos 43 estudiantes, otra vez jóvenes y estudiantes, como hace 46 años. Pero ahora fueron indígenas, muchachos muy humildes. Lo que asombra es la inutilidad del crimen. Lo inexplicable y grave.
Pareciera que el gobierno mexicano —con mayor eficacia que si nos gobernaran los gringos— se desboca por destruir a este país; lo hace con un ahínco y una crueldad que confirma el hecho de que los sátrapas son peores contra su pueblo que los mismos invasores; por eso, quienes invaden un país, ponen a gobernar a sus dominados a uno de los mismos aborígenes.

Sin embargo, y a pesar de tantas desgracias, se gesta en México un vasto movimiento que derrumbará al régimen delincuencial que hoy dice gobernarnos. De otra manera no tenemos futuro como país. México será destruido y convertido en un grupo de pequeñas repúblicas beligerantes, atrasadas, sometidas al poder gringo y cada vez más atrasadas. En otras palabras podemos decir que hoy es peor que el 68. Sin embargo, nuestras expectativas, nuestras posibilidades, aunque parezca paradójico, son mayores.

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