El verdadero mito
Pterocles
Arenarius
Yo
no soy un producto de mi tiempo, soy un producto contra mi tiempo
Josep Pla
Minos
es un rey poderoso y sabio —estamos en la isla de Creta hace unos cuatro mil
años—; el padre de los dioses, Zeus, y también padre de Minos, para premiarlo,
le regala un toro prodigioso. El encargado de entregar el premio es Poseidón,
hermano de Zeus y dios del mar. En efecto, el toro divino aparece saliendo del
océano. Hay una salvedad, el admirable obsequio es, en efecto, para el sapientísimo
soberano, pero no menos para su pueblo, al cual Minos tiene que sacrificar el
animal maravilloso. Pero Minos se ve trastornado por el portento bovino y
decide robar a su pueblo el homenaje y quedárselo sólo para él. Y oculta el toro
divino y engaña y despoja a su pueblo. Su esposa, Pasifae, se ve también embelesada
por la divina bestia y, mucho más práctica ella, se hace disfrazar de vaca y
ayunta con el inefable astado. Y así queda preñada y da a luz a un monstruo
abominable: el Minotauro. Este hecho es un oprobio espantoso para el rey Minos y
él trata de ocultarlo, para eso ordena a su artífice supremo, Dédalo —el mismo
que, clandestinamente, disfrazó a Pasifae de vaca—, a que construya el
laberinto en donde el Minotauro es ocultado. Esta bestia es antropófaga y
Minos, para la manutención de su monstruoso engendro, tiene que obligar a los
cretenses y los griegos, vecinos, a que entreguen siete mancebos y siete
doncellas mensualmente para que sean introducidos al laberinto y así, cuando los
encuentre el Minotauro, sean devorados.
El Minotauro, mito griego milenario. |
La
historia es fantástica y horrenda, pero, mito al fin, nos da una grandiosa
lección ética. El gobernante que por su ambición, su debilidad o su estupidez
se convierte en tirano, con su acción terrible y cretina, labra la desgracia
para todos, en primer lugar para sí mismo. Será un maldito para siempre,
señalado como el imbécil que fue incapaz de que su propia esposa le fuera leal,
como criminal que por ocultar su vergüenza y antes su robo y su engaño al pueblo,
provocó que sus gobernados sufrieran, pagando con su sangre, su descomunal estolidez,
ambición y deshonestidad. Aquí sólo quiero llamar la atención a las vidas de
los ex presidentes mexicanos, examínese al que quieran, desde Manuel Ávila
Camacho, digamos —ya ni mencionemos a Obregón y Calles—, hasta este momento.
(Y, sin duda, hay que quitar a mi general Cárdenas, hasta la fecha bien amado
por su pueblo). Excepto económica, lo demás ha sido para esos ex primeros
mandatarios de la nación, pura miseria, degradación, estupidez, malignidad,
vileza. Y todos pertenecen ahora a las cloacas, los pudrideros de la historia.
Mientras tanto el pueblo sigue pagando con su sangre tan alta estupidez y tan
inútil soberbia.
Opinión sobre el tirano. |
En
este momento, los jóvenes de México pagan con su sangre la traición, la maldad
y la increíble estulticia de la bestia que no se atreve a mostrar su rostro.
El
libro Los 43, es, antes que nada, un
libro de literatura. Cuando la estupidez soberbia y la avarienta maldad
cuestionan todo arte, sin exageraciones, en algún momento se dijo que después
de Auschwitz, ya no era posible ni la literatura ni el arte. Así, en este
momento nos preguntamos ¿qué literatura es viable? ¿Qué se debe o se puede
escribir hoy en México? ¿Para qué da la circunstancia? ¿Es posible —por ejemplo—
la literatura amorosa en un tiempo como este? Y mirando la situación de nuestro
país llegas incluso a la pregunta ¿es posible la literatura en esta circunstancia?
Cuando,
gracias al gobierno criminal, dejamos de saber de Jesús Jovany Rodríguez
Tlatempa y sus 42 compañeros de escuela, creemos que no nos queda más que decir
con Sabines: “¡Maldito el que crea que esto es un poema!”.
Maldijo, ante cierta muerte. |
Frente
a esta situación llegué a pensar que lo único asequible a la escritura ha de
ser aquello que cimbre el espíritu y a la vez sirva para testificar ante la
historia que este país vivió una época gobernado por sujetos que en el mejor de
los casos eran delincuentes encubridores de los rateros del erario y de los
criminales asesinos que exterminaban a los que debían servir.
En
este momento el gobierno tiene tres motivos de existencia; uno, robar de tal
manera que han convertido a su régimen en el sexenio de Hidalgo; dos, mentir
como si fuera competencia para jactarse de quien proclama la farsa más
delirante y, tres, asesinar a los que no estén de acuerdo con lo anterior. Ése
es programa de gobierno, su plan global de desarrollo, su presupuesto de
egresos y su ley de ingresos. El robo, la mentira y el asesinato.
El
colmo de la podredumbre moral ocurre cuando aparecen miles de mensajes del
llamado tuiter nombrados #desaparezcanotros43, sin mensaje, sólo con el nombre
#desaparezcanotros43; ¿cómo llamamos a esto?: ¿miseria del espíritu?,
¿podredumbre humana? ¿estupidez y odio potenciados al infinito? Y lo más desalentador
es que tales envíos no tienen texto, sólo el nombre #desaparezcanotros43; es
decir, son mensajes pagados por el gobierno, con dinero de nuestros bolsillos a
gente que tiene demasiada hambre, rebosa de ignorancia y estupidez y ninguna
dignidad. El mencionado colmo se repite cuando aparece en público un redomado
criminal de nombre Javier Duarte de Ochoa que dice gobernar Veracruz y asegura
que él no mandó matar a los cinco muchachos ultimados en la Narvarte y, además,
se queja de que los que hemos opinado en donde podemos, lo linchamos y que con
ello hemos insultado a ocho millones de veracruzanos porque él, Javier Duarte
de Ochoa, guango, repugnante, cínico, dice ser el gobernador representante y
Habla como criminal, amenaza como tal, tiene cara de lo mismo ¿qué es? |
personificación de todos los veracruzanos. Qué poca madre. Rubén Espinosa y
Nadia Vera, antes de morir nos dijeron que si alguna agresión sufrían o un
atentado se perpetraba en su contra, era responsabilidad de este criminal.
Ahora Javier Duarte tiene que demostrar que él no fue el asesino. Sabemos que lo
que dice es una más de las miles de mentiras que ha regurgitado en su pútrida
existencia.
¿Qué
literatura se puede escribir en este momento en que el gobierno mexicano prueba
de manera más que fehaciente ser enemigo de los mexicanos? Aquí unos cuantos
datos: 160 mil muertos, 30 mil desaparecidos, 2 millones de desplazamientos
forzados y el mayor número de periodistas asesinados en el mundo. Una economía
detenida desde hace más de 30 años, 70 millones de personas sumidas en la
pobreza y de ellos 30 millones no alcanzan ni siquiera a alimentarse. Al mismo
tiempo el uno por ciento de los más ricos se apropian del 40 por ciento de la
riqueza que producimos todos.
Los
que nos gobiernan, los que nos informan, los que dicen dirigir el país, son
nuestros peores enemigos. Aunque ahora se cuidan mucho, hace poco hemos oído
sus expresiones para el pueblo “’Ora que saquemos de este lugar tan bonito a la
indiada esto se verá por fin decente”; “El infelizaje que siga viajando en
metro y que no te toquen, porque infectan”. Estoy seguro que en algún momento
dijeron: “A punta de pura televisión vamos a convertir a esta sucia plebe en un
hatajo de gordos hinchados de comida basura y estupidizados, enajenados con
entretenimiento de inmundicia y como broche de oro esclavizados para que nos
trabajen más barato que nadie en el mundo”.
¿Hay
que decir ya casi lo han logrado?
En la mesa, Carmen Nozal, Agustín Ramos, Jorge Arturo Borja, Diana Solares y Pterocles. |
Estoy
seguro que ni nuestros peores enemigos, el gobierno gringo, habría logrado
dañar tanto al pueblo mexicano. Los sátrapas, es tradición, son peores con el
pueblo sometido, que los mismos amos. Hoy México es un país mediocre en todos
los ámbitos, fracasado en el renglón que se le busque, sin crecimiento, sin
educación, desnutrido, pobre, dividido, inmerso en la confusión y muy triste.
Los
gobernantes mexicanos están decididos a convertir a México en el campo de
refugiados más grande del mundo con tal de servir a su amo, el gringo.
Literatura y exigencia de justicia. |
Tengo
amigos que me han dicho que estoy muy enojado, que cómo puedo vivir así, que no
soy feliz.
Les
contesto que no se preocupen por mi felicidad. Ciertamente no soy feliz, me
daría asco de mí mismo si lo fuera. ¿Alguien puede ser feliz cuando esa bestia
que se hace llamar el gobierno asesina sin piedad a gente inocente (o quizá
culpable, como en Tlatlaya, pero no lo sabemos, y lo hicieron violando la ley
que ellos mismos promulgaron)? ¿Se puede vivir contento sabiendo que nuestro
peor enemigo nos dirige hacia la desgracia? Pero aún así, les digo a mis amigos
bien intencionados o algunos quizá no tanto. No se preocupen por mi felicidad.
Soy borracho y eso me hace brutal, inmensamente dichoso, aunque sea por ratos
breves. Siempre que puedo fumo mariguana y eso también me hace feliz de una
manera sencilla. Leo mucho, cincuenta, cien o doscientas páginas cada día y con
ello adquiero una languidez dulcísima y muchas cosas en qué pensar. Existen
Mozart, Beethoven, Bach; puedo leer a Borges a Fernando del Paso a Arreola y
Rulfo; tengo amigos como Jorge Borja y Agustín Ramos; tengo muchos hermanos
que, no exagero, me aman. Puedo hacer esfuerzos hasta quedar exhausto y existe
el baño de agua fría; disfruto la comida simple y humilde en abundancia porque
no hay mejor banquete que un hambre bien trabajada. Comparto mi vida con una
muchacha que no sé si es más bella que inteligente o al revés;
Agustín Ramos, autor de Al cielo por asalto. |
una dulce mujer
que está empeñada en abrumarme con actos de amor inverosímiles. Y eso me hace
llorar tanto de felicidad como de tristeza he llorado las muertes que perpetran
las bestias, me refiero al mito minoico mencionado. No puedo decir que sea
feliz. Pero creo que poco más puede pedírsele a la vida, pero se lo pido y no
estoy dispuesto a que me lo arrebate un gobierno de asesinos: que
desaparezcamos este régimen criminal e instauremos un gobierno de verdad
humano, sí se puede; que jamás lleguemos a ser como ellos de viles, porque
entonces nos habrán derrotado; y, finalmente, que no permitamos que los
criminales nos arrebaten el amor por la vida, por los que comparten nuestra
existencia.
La belleza. |
Al
final, vivo momentos muy dulces y procuro que quienes comparten mi vida, todos,
gocen conmigo tan grato bienestar, tal placidez. Creo que mientras aquéllos
hijos de su puta madre multimencionados se dedican a construir el infierno para
todos, incluyéndose a sí mismos, nosotros construyamos el paraíso para los que
tenemos cerca; a eso los invito. Y a los de las iglesias cristianas,
musulmanas, judías y especialísimamente a los de la iglesia de los pederastas
les digo que su Dios me la pela. Y decirlo me hace más feliz todavía.
Por
último propongo:
“Juro
solemnemente como soldado de la Nación, que jamás levantaré mi arma contra mi
pueblo, las armas del Ejército Mexicano servirán sólo para defender a la
patria, en primer lugar al Pueblo y después al Territorio Nacional pero nunca
para asesinar al Pueblo
¿Quién es feliz? |
Mexicano; porque lo más valioso de mi Patria y mi
Nación es su gente. Juro que con mi propia vida habré de evitar que se
perpetren atentados contra el Pueblo Mexicano. Antes, moralmente me autorizo a
desobedecer cualquier orden de jerarquía superior castrense o civil aun del más
alto mando político. Porque nunca más el Ejército Mexicano habrá de atentar
contra su propio pueblo para proteger al poder político, porque el propio
Ejército Mexicano es hijo del Pueblo Mexicano y porque la ley así lo establece
‘La soberanía nacional reside esencial y originariamente en el pueblo. Todo
poder público dimana del Pueblo y se instituye para beneficio de éste. El
pueblo tiene en todo tiempo el inalienable derecho de alterar o modificar la
forma de su gobierno’”.
Pterocles, Agustín Ramos, Jorge Arturo Borja. |
Es
de esta manera como en el futuro habrán de jurar los soldados mexicanos. Porque
nunca más se verán usados por un poder político en los últimos tiempos espurio
y, en la práctica, enemigo de los mexicanos.
No hay comentarios:
Publicar un comentario