domingo, 22 de marzo de 2015

El ruido de fondo toma forma de manifiesto literario

Agustín Ramos

De las manifestaciones al manifiesto

Agustín Ramos Blancas, novelista.

EN “EL NOPAL GENEALÓGICO de Tepito”, Alfonso Hernández Hernández afirma que “el barrio es un espacio estructurado funcionalmente para aprender ética y estética, para procesar el progreso con la misma lentitud con la que el pasado se deshace”. Ya mencioné,  a propósito de ello, “Ese conecte”. Ahora reproduzco parte de ese cuento:
…chale, no es pa tanto; si andas en el palpe de una labia más acá, no hay por qué clavarse tan gruesote…, porque además el verbo del ratón es muy oscuro. Ese bato nomás gira su caliche entre sus vales, acá quemando o en la trova, tons ps es muy negro. Te despepito este toquín pero es leve… No hay cuete, mira, con que llegues: –¿Qué mené, mi padrino?, va un vidrio, ¿le pasa?
La destinataria de este rollo es una estudiante de lingüística, el protagonista es el lenguaje y el narrador es un dispositivo. Con eso basta para un cuento contemporáneo técnicamente impecable y hasta con incontrovertible justificación interna, siempre que el autor tenga lectores y domine a plenitud sus recursos para expresar viejos conflictos en formas nuevas.
Hay quienes ven en esta oscuridad indicios delincuenciales y manifestaciones de odio y rechazo radical, porque el desciframiento del “léxico argótico” –ya no digamos su apreciación– requiere de buena voluntad –no “buena” de bondad sino “buena” en calidad– para detectar algo muy mal visto en estos tiempos: la lucha de clases.
¡Peor tantito si esa voluntad es la de convertirse en literatura!
 
Fiestas, cuentos de treinta años.
Jorge Aguilar Mora decía, a propósito de la aparición del EZLN, que “no sólo hay lucha de clases (…), también hay lucha étnica, lucha de regiones, lucha de poderes, lucha de culturas, lucha nacionalista. La ciudad de México, por su parte, agrega a esa fragmentación muchos otros conflictos.”
Una técnica aún más alarmante que la de “Ese conecte” sale a orearse en “Dos miradas/ Sangre nueva”, donde el informe del puntilloso agente de la PGR Ananías Peláez se entreteje con el diario de un escritor lleno de dudas existenciales e irónicamente distante. Así, ambos puntos de vista contrapuestos enfocan un mismo congreso de escritores abundante de relaciones públicas y escaso de literatura, donde una provocación deriva en gresca. Sobre ésta, el agente Ananías informa:
insidente; grabe ha las 6 de la tarde en punto pasadas aprotsimadamente 34 minutos se pre sentaron de pie dos sujetos zos pechosos de cer rateros y far farmasi fármaco o seaze bisiosos droga diptos por: el pelo largo y de barbas y; la ropa con la compañía de una zeñorita zos pechoza de prostituzion por notarsele no traer la ropa que uza la mujer en; los pechos los indibidos y la zeñorita declararonse ser: congresistas del congr. Al eccijir su gafete ecsplicaron: no avercelos mandado el congreso por lo cual: esta Bigilansia desidio; que nomás pasaba la zeñorita y no: los sujetos… pero, de repente y con apollo de cerian 30 indibidos se metieron todos porla juerza y dando: portaso por evitarlo bijilansi de tubo a muchos ciendo: golpiados bairos y uno de los zos pechosos de al prinsipio resivio un macanazo… se de tubo a 8 dellos que se zoltaron a orden es del Ceñor Cecretario de culturas punto.”
El escritor (d)escribe: “Parecían comandados por una muchacha de acaso veinte años… Vestía pantalón vaquero de mezclilla luida; chaleco blanco bordado… Lo perturbador era la belleza que se insinuaba, se traslucía gracias a la ausencia de cualquier prenda, bajo la camiseta… Entonces empezó lo emocionante. Como para celebrar la intervención del Liceo Cínico se desató el caos. La audiencia de intelectuales huyó despavorida. Gente del público peleaba contra policías. Habían entrado los bárbaros y tras ellos los servicios de “inteligencia” del poder a expulsarlos… El secretario de cultura… contuvo a los vigilantes…”
Brindis por Fiestas. Salud.

El informante de la PGR informa y el escritor escribe; es decir, la ficción funda en sí misma su pertinencia y, mediante dos miradas, elabora una verdad tan ilusoria como convincente según la cual la sangre nueva no radica necesaria ni exclusivamente en los herederos ilustrados en edad de merecer becas y premios sino, además –y quizá más– en “bárbaros asintácticos” como Ananías Peláez, quien reaparece páginas adelante convertido en poeta y, ya como crítico, en la cuarta de forros del libro Fiestas (de Pterocles Arenarius, sí).
Con epígrafe de Tolstoi (“Preferiría ser bárbaro”), el ruido de fondo toma forma de manifiesto literario.


No hay comentarios: