El
Régimen de la Mínima Justicia
Nadie tiene derecho a lo superfluo mientras alguien carezca de lo estricto
Salvador Díaz Mirón
Habíamos
llegado al final. Tuvimos que destruir mucho para construir tanto. Tuvimos que
matar. Porque, unos engañados, otros convencidos, juraron impedir la
instauración del régimen de la mínima justicia. Habíamos propagado la violencia
urgente y proporcionamos la muerte justa a muchos que, con todas sus fuerzas,
se nos opusieron, ellos nos obligaron. Jamás entendieron que si estás matando
de hambre a alguien, sólo puedes esperar que aquél también busque quitarte la vida.
Aunque sea con violencia. Agarramos a Carlos Slim huyendo disfrazado de
mendigo. No tan lejos estaba uno de sus mejores amigos, Carlos Salinas, quien
en medio del fragor de su aplastante derrota continuaba arengando y tratando de
organizar la resistencia contra nuestras huestes. En otra parte de la ciudad,
Felipe Calderón estaba completamente ebrio y se drogaba con líneas y líneas de
cocaína —el mismo que desató la guerra contra el narco—, trataba de salir de la
embriaguez usando aquel estimulante, con una finalidad única, quitarse la
borrachera para huir. Peña Nieto estaba en nuestras manos desde un día antes.
Nos dijeron que fue encontrado con dos jóvenes prostitutos que lo sometían
mientras él, gustoso, procuraba dar instrucciones a sus fuerzas mediante un
celular. Cuando Slim fue atrapado se discutió un par de propuestas. Una pedía
ejecutarlo sumariamente. La otra exigía entregarlo al odio de algunos plebeyos
que, irremediablemente, formaban parte de nuestras fuerzas. Uno de nuestros
compañeros más humildes, el más lúcido sin duda, dijo: “No podemos ser igual
que este señor. Si nos volvemos iguales que nuestros enemigos, terminaremos
reproduciendo lo mismo que ellos hicieron, la tiranía y la brutalidad contra el
ser humano y entonces todos podrán decir que fuimos derrotados. Debemos marcar
una línea muy clara en la que se vea certera y objetivamente que somos muy
diferentes a ellos. Sólo así podemos sentirnos vencedores. Propongo que este
señor sea despojado por un tiempo de todos sus bienes y que se le obligue a
dedicarse a la mendicidad en las calles del Distrito Federal durante dos meses.
Cuando cumpla el castigo se le devolverá una parte importante de lo que se
apropió, nunca tanto como acumuló por medio de latrocinios. Estamos aquí para
establecer el régimen de la mínima justicia, no para cometer crímenes, como
ellos. La propuesta fue aceptada por unanimidad luego de ser discutida un par
de horas. Salinas debió ser liquidado en combate, se negó a rendirse. Calderón recibirá
un trato similar a Slim. Alguien agregó que sea sometido a la total abstinencia
de alcohol durante diez años. Felipe dijo que prefería morir. Peña está en
poder de la junta de gobierno del Régimen de la Mínima Justicia.
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