jueves, 28 de octubre de 2010

CRÓNICA DE LAS DESVENTURAS DEL PATITO FEO: Caza de letras (PARTE 5)


CUARTO ROUND Y ULTIMO

El cuarto ejercicio fue: “Atendiendo a una sola de las siguientes tres imágenes (una fotografía era de un anuncio de buscadores de tesoros; la otra, una mujer sentada en la caja de una camioneta pick up en circulación y la última, unos angelitos ebrios con una copa gigante, algunos de ellos, dentro) escribe una serie de ocho minificciones que coloquen al lector en un estado de ánimo exaltado: pueden ser cómicas, eróticas, incómodas, dolorosas. Escribe cuatro de ellas (que deberás señalar) con miras a integrarlas a tu libro en proceso. Las minificciones no deben pasar de 800 caracteres con espacios. La fecha límite de entrega: lunes 18 de octubre a las 9:00 horas”.

Asumiendo, por un lado, las sugerencia de Álvaro y, por otra, que esta era mi última carta, decidí hacer un esfuerzo extraordinario a pesar del ánimo abollado por los ataques de los críticos (que ya iban amainando pero cuyo daño aún seguía vivo) y la carencia de calificaciones positivas de los jueces. Si me iban a sacar, no iba a ser sin dar la batalla.

Levanté las armas que ya estaban en el suelo y me dediqué el viernes a explorar las dichosas imágenes y a hacer un listado de vías posibles de creación. Me di cuenta que ya me estaba saliendo callo y mi cerebrito ya respondía disciplinado al combate. El sábado en la mañana me decidí por una de las fotos: la de los buscadores de tesoros.

Ya tenía algunos embriones escritos en las tres imágenes pero en la de los buscadores de tesoros era donde empezaba brotar mucho más agua. Buena parte de la mañana escribí hasta que me di cuenta que estaba especulando en el vacío. ¿Realmente había gente dedicada a la búsqueda de tesoros? ¿Por qué lo hacía? ¿Qué habían logrado? Decidí darme a la tarea de investigar. ¡Dios mío! Descubrí que había, al respecto, un vasto mundo insospechado por mí. La búsqueda de tesoros en México es una profesión, con metodologías de trabajo bien fundamentadas, que cuidan hasta los últimos detalles desde la ubicación de los lugares potenciales hasta el reparto de lo hallado y hay una amplia gama de productos para cualquiera de las fases, desde la exploración hasta la extracción. Gracias a estas estrategias ha habido logros importantes, pero no todo es tirar campanas al vuelo; hay también muchas batallas perdidas. Quizá por ello, algunos han optado por echar mano de la de la magia. Este mundo no lo exploré.

Con esta información mi cerebro empezó, como máquina de moler café, a arrojar historias. Salieron finalmente 12. De esas fui puliendo las que me parecieron más solidas hasta quedarme el domingo trabajando solo en 8 de ellas con todo rigor y minuciosidad, consultando en todo momento mi manual de redacción. Esta fue otra de las valiosas lecciones: no dar por sentado nada, hacía mucho tiempo que no estudiaba a fondo la gramática y las técnicas de redacción. En pocos días aprendí mucho. A la par, leía a varios cuentistas para recibir de ellos inspiración. La lectura de los cuentos de Chejov me regalaron un idea para un cuento que transcribo al final. Chejov, en sus cuentos, hace una exposición de las ridiculeces sociales y lo expone de una forma magistral. Eso traté de hacer yo con El marido de Susana.

Igual que la vez anterior, no me precipité y dejé que las historias reposaran la noche del domingo. El lunes me levanté temprano para hacer la revisión exhaustiva final. 20 minutos antes del cierre del plazo, las subí.

Este es uno de los ocho cuentos de este cuarto round:

EL MARIDO DE SUSANA
Mario se quedó observando el anuncio: Voy a llamar. Quién quita y… Qué haría con tanta lana… Primero, remodelaría la casa; o mejor, compraría una con alberca y cochera. Ah, y un buen carro de lujo para ir a la chamba. Puta, ya veo la cara de mis cuates y del jefe. Pero por qué trabajar si ya soy rico. Nada de eso. A pasarse unas buenas temporadas en Acapulco, Cancún, Las Vegas. Puta, qué chingón; con unas buenas viejas, no como Susana que ya se puso gorda y gritona. O me caso con Matilde. Ahorita voy a la delegación a preguntar los trámites de divorcio. Ah, pero antes me compró un buen traje, y tan pronto llegue a la casa le pongo unas buenas cachetadas a Susana si me grita. Pendeja, a un cabrón de lana como yo, se le respeta. Ahorita que llegue me va a oír la cabrona.


Como el perro apaleado, me fui a trabajar con el temor de que al abrir el blog en mi oficina me encontrara con algunas cuantas dentelladas de los lobos que merodeaban la Caza. Sorpresa: ninguno de los críticos escribió, sólo mis lectores que expresaban su beneplácito con la nueva entrega, albergando la esperanza de seguirme e leyendo, pues ellos también intuían mi próxima salida.

Mientras tanto, en los votos otorgados por el público se desató una lucha encarnizada por lograr la mayor cantidad de votos. Era notorio que la mayoría de los participantes, temerosos de ser expulsados, estaban haciendo una red de conocidos para que votara por ellos. Los más avezados eran como esos expertos en subirse a los camiones o al metro: sabían cómo colarse. La tentación de hacer lo mismo era grande. Pensé alguna estrategia para ganar votos, y tímidamente empecé a azuzar a mis amigos y conocidos: “No se te olvide votar por mí, eh” Cuando vi la rebatinga de los votos decidí claudicar; allí sí, en ese terreno me pareció inmoral luchar. Como me había acusado una de mis detractoras, que ante la falta de talento estaba usando armas extra literarias, concluí que eso estaba pasando y decidí dedicarme solo a escribir. Si me iba a quedar, me dije, que fuese solo por mis méritos literarios. Cabe decir que quedé en antepenúltimo lugar en la votación del público, es decir, ocupé el lugar número 6.

La fatídica hora de mi ejecución se fue alargando cuando llegó el martes. No quise abrir el blog antes de ir al trabajo. Llegué, prendí mi máquina, fui al baño, por agua, por un café y luego revisé. Ya eran las once de la mañana: no había aún resultados. Yo estaba tranquilo sabiendo que ya estaba fuera. Me sentía liberado. Decidí no consultar más y dedicarme a trabajar: tenía mucho trabajo rezagado. Antes de salir de trabajar consulté la página y confirmé mis sospechas: mi exlibris estaba tacahdo por una espantosa X, junto a Perengano, otro de los competidores.

Me sorprendió que empezaran a llegar más comentarios. Algunos de mis lectores me escribían para alentarme a seguir escribiendo. Y algunos de mis críticos, que también escribieron, casi me pedían disculpas, alaban mis virtudes (que nunca antes reconocieron) y me desearon éxito en mi carrera literaria, por lo pronto, bastante abollada. Me avisaron que mi blog se iba a cerrar el miércoles 20 de octubre a las 12 del día. Antes de que eso sucediera, decidí escribir una nota final a manera de despedida. Si ellos me pidieron una nota de bienvenida, justo era cerrar el círculo. Y la hice agradeciendo a todos, absolutamente a todos. Esto fue lo que escribí:

Cómo ya de todos es bien sabido, este escribidor (sin tía Julia en el horizonte) ha sido eliminado de la contienda en Caza de Letras. A manera de despedida, quiero agradecer a la Dirección de Literatura de la UNAM la oportunidad que me dio de participar en este certamen, al jurado: gracias Mónica, Alberto y Álvaro, por sus análisis. Me hubieran gustado continuar para seguir recibiendo lecciones de ustedes, pero lo que me llevo es bueno, aunque en momentos me hubiera gustado que los análisis hubiesen sido más puntuales y profundos, como por ejemplo en el análisis que Álvaro hizo de mi libro: me deja muy poca luz para seguirlo trabajando.

Agradezco los comentarios de los lectores lectores, es decir, aquellos que no llevaban la lupa bajo el brazo, a la caza del gazapo, de error, de la pifia de mi trabajo, sino que armados solo con su interés emocional de encontrar una historia que les conmoviera o les hiciera reír entraron a mi blog. Gracias, particularmente a los que me hicieron saber su opinión.

Agradezco a los críticos que si entraron con una lupa bajo el brazo pero no con una guadaña. A ellos les estoy sumamente agradecido porque su minucioso análisis, casi entomológico, me ayudará a concentrarme no sólo en el bosque sino también en los árboles. Gracias, su ayuda es invaluable aunque los hayan tachado de buscadores de definición de su imagen.

Agradezco a los críticos que si entraron con guadaña. El arte es como la salud, no le hacemos caso hasta que no nos duele. Sus críticas despiadadas dolieron y por ello son de agradecer, pues hicieron que le prestara atención a detalles de mi trabajo que se estaban pudriendo por mi indolencia. Gracias por su valiosa labor profiláctica.

Agradezco a los críticos por ardor y envidia. Me permitieron ver que dentro de todos nosotros vive un torvo jorobado que se rasca sus propias llagas y proyecta sus males en aquellos que sienten les has usurpado su lugar. Hay que matar ese monstruo que vive dentro de nosotros para dedicarnos a lo que Ezra Pound decía en unos de sus poemas era lo propio del artista: el trabajo. Y remataba, el éxito no depende de nosotros. Nadie está exento del monstruo amargado de la envidia, yo menos. Gracias compañeros.

Ahora lo que me queda es trabajar y desearle a mis compañeros de combate que han quedado en Caza a que sigan luchando, particularmente en el terreno que nos hizo inscribirnos en este certamen: el literario. El voto del público es lo más endeble del concurso, ustedes lo saben. Pártanse el alma en las palabras.

Gracias, nos seguimos leyendo en alguna parte, de eso deben de estar seguros todos.


MAÑANA, LA CONCLUSION Y ÚLTIMA PARTE

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