viernes, 26 de febrero de 2010

Plaza Allende

Opinión de Luis Miguel Rionda • Guanajuato, Gto.

La instalación en la ciudad de Guanajuato de lo que se ha denominado “Plaza de la Cultura y las Artes” en el espacio que oficialmente se llama “Plaza Allende” y en la voz popular “Plaza del Quijote”, pero que los convocantes al proyecto rebautizaron como “explanada del Teatro Cervantes”, me ha movido a algunas reflexiones, que me atrevo a compartir.

El tema de la promoción y la gestión cultural es muy sensible en una ciudad como la que nos ocupa. Las razones son históricas: la revolución de 1910-1920 dejó a la minería local sumida en una profunda crisis que perduró por tres décadas. Esto se tradujo en su despoblamiento, hasta convertirse casi en una sombra de lo que fue. La población de la ciudad de Guanajuato se estancó en poco más de 23 mil habitantes entre 1940 y 1950, y en 1960 apenas ascendía a los 28 mil.

La ciudad debe su supervivencia a tres factores: al hecho de ser capital del estado homónimo, lo que le garantizó fuentes de empleo en los periodos más difíciles. Segundo, la Universidad de Guanajuato, que atraía a una importante población estudiantil e intelectual que animaba sus callejas semi vacías. Y tercero, el haber experimentado un muy peculiar florecimiento cultural en los años cincuenta, cuando se generaron iniciativas como la del Teatro Universitario y sus Entremeses Cervantinos, la Orquesta Sinfónica, la Escuela de Filosofía y sus profesores españoles, la de Música, etcétera. Ese fenómeno cultural salvó a la ciudad, y le dio vocación y destino. Veinte años después nació el Festival Internacional Cervantino y el círculo se cerró.

En dicho florecimiento poco tuvo qué ver el gobierno municipal. Se descuidó durante demasiado tiempo su responsabilidad en la materia, hasta que en 1997 se fundó la Casa de la Cultura, de las últimas en haberse abierto en la entidad. A partir de entonces cada administración municipal ha venido imponiendo proyectos dispares sobre lo que consideran promoción cultural. Ante el poco interés de los ediles sobre el tema, los tres directores (Mauricio Vázquez, Antonio Borja y el actual, José María Hernández) han regido con mucha manga ancha sobre la política cultural municipal. Eso no es necesariamente malo, pero sí impone ritmos e intereses diferenciados según el director al cargo.

La iniciativa de la “Plaza de la Cultura y las Artes” me parece inquietante, porque parece evidenciar un concepto rústico de lo que es la gestión cultural. Me parece que se mezcla el comercialismo con lo que se pretende que sea arte y cultura. La plaza se expropia de su uso público y se convierte en tianguis para pseudoartesanos, libreros de viejo -y chafa-, mimos y demás pránganas de la “cultura”. ¿Quién define qué es y qué no es cultura y arte? Eso sólo lo pueden juzgar los usuarios del mismo, no los funcionarios de un gobierno.

Ya veo asomar el interés de los tianguistas culturales de establecerse definitivamente ahí. Es una plaza hermosa, de gran dignidad. Opino que el proyecto debe replantearse y limitar su uso eventual a presentaciones escénicas y musicales de calidad. Pero nada más. Hay que defender nuestros espacios públicos.

Fuente: www.igeteo.net/ver/4b84c10e/Plaza-Allende.html

2 comentarios:

Pascual Zarate dijo...

Una reflexión muy bien documentada. La conclusión no es la más aceptable. A la luz de las innovaciones pedagógicas, considero que los funcionarios deberán estudiar cómo hacer del espacio público un lugar de enseñanza a cielo abierto, como lo propone la Carta de Ciudades Educadoras.
El inicio de la Plaza Allende como espacio de encuentro cultural y artístico entre ciudadanos y turistas deberá enriquecerse con una concepción más innovadora. Lo positivo es que va en el camino pertinente para lograrde la meta de hacer de Guanajuato, Ciudad Educadora.

Pablo Paniagua dijo...

Creo que este artículo merece, por su corta visión, algo más que un simple comentario:

http://ranaculta.blogspot.com/2010/02/la-intelectualidad-mojigata-en.html