por Luis Omar Montoya Arias
Para Franco Arpero, la música es exactitud, rigidez y perfección. La sensibilidad es importante pero queda en segundo plano. Su idea de música tiene que ver con su formación de conservatorio en la Ciudad de México, Estados Unidos y Europa. Mientras que Sosa Ortega resalta el carácter didáctico de la música y la concibe como el arte más bello. Textualmente afirma:
La música es el arte más bello que existe, porque la pintura y la arquitectura hay que verlas para apreciarlas, mientras que la sensibilidad musical viene del oído. Basta con escuchar para sentir la música, sin tratar de intelectualizarla. La música educa y sensibiliza. La música es el arte del bien combinar los sonidos en el tiempo. La música embellece el alma, y hace mejores cristianos. Es el arte más cercano a los hombres, por eso digo que es el arte más grande de todos los artes.
La aproximación de este icono de las bandas de viento en el sur de Guanajuato está claramente delimitada por la influencia de su padre José Isabel Sosa, formador de varias generaciones de músicos en Guanajuato y sus alrededores. Recordemos que el mismo Sosa Ortega fue maestro y hacedor de bandas, las cuales eran integradas por niños de siete a 12 años.
La manera en cómo entienden la música estos dos personajes está relacionada con su educación musical y con sus horizontes de experiencia. Mientras el primero inició en las bandas de viento de Villagrán y luego dio el brincó en la década de 1970 a la “música culta” recitada por nota en foros como el Palacio de Bellas Artes, el segundo siempre estuvo ligado y comprometido con las formación de las nuevas generaciones de músicos. Las labores realizadas por ambos músicos han sido y serán fundamentales para que la tradición de bandas de viento en el sur de Guanajuato siga viva. Esto muestra la versatilidad musical de la que habla Franco Arpero, la cual, según su punto de vista, hace especiales a las bandas de Guanajuato, y es justamente aquí donde confluyen sentimientos de identidad en torno a los metales, las maderas y las percusiones. Recordemos que la identidad tiene que ver con todos aquellos elementos culturales que nos hacen iguales en sociedad, pero que también nos hacen diferentes respecto a los otros, pues en la diferencia me reconozco a mí mismo y me asumo como parte de una comunidad que comparte rasgos y símbolos con una carga significante. En ese contexto Franco Arpero señala clarinete en mano:
La música es arte y una ciencia que no tiene fin. Es una ciencia exacta y perfecta. En la música no debe de sobrar de ni de faltar porque es todo cuadrado y con esto no quiero decir mecánico. La música tiene que ser sensibilidad, delicadeza y por momentos dureza y búsqueda constante. La música se reinventa cada vez que se logra una nueva interpretación .
(Continuará).
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1 de noviembre de 2009 Vol.10, No.11D.R.
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