Ranaculta. ¿Cómo es que vienes a esta hora, mi muy querido y apreciado Ignoto? ¿Qué no es demasiado tarde?
El Ignoto. Sí que lo es.
Ranaculta. Entonces ¿por qué razón estás a estas horas sentado junto a mí y en silencio?
El Ignoto. Ni yo mismo lo sé. Mas hace rato estaba pensando en la certeza de que el gobierno debe tener una política cultural.
Ranaculta. ¡Sólo faltaría que a estas alturas no contara con esa ayuda para sobrellevar con mansedumbre y facilidad la tarea encomendada!
El Ignoto. Así debería ser, pero soy portador de una mala noticia, mala no sólo para ti, sino para mí y para tus allegados, mala y apesadumbrada, , tanto que yo, juzgando por mí, difícilmente la soportaría.
Ranaculta. ¿Qué noticias es ésa?
El Ignoto. Que desconocemos en Guanajuato cuál es la política cultural que significa promover a los artistas con becas para darles la oportunidad de entregarse por completo a su obra creativa, espacios para exposiciones, financiamiento al teatro, atención y seguimiento a cuanto proceso cultural que destaque.
Ranaculta. ¿Y de dónde sacas eso?
El Ignoto. Pues no creo que de un cierto ensueño que vi hace poco durante la noche. No hay ser humano en esta tierra del Bajío que haya visto con sus propios ojos tal sigiloso documento.
Ranaculta. Y te diré porqué. Tener una política cultural trae beneficios, no al estado, sino al gobierno: siempre es bueno recordar a los creadores, becarios, promotores y ciudadanos quién paga. Lo sabían los Medicis y los papas del Renacimiento, como lo supieron Da Vinci, Rafael y Miguel Angel.
El Ignoto. Bajo esta línea, ¿no es son la expresión del deseo infantil de que nunca nos falte un padre que nos mantenga.
Ranculta. Pero ¿qué nos importa a ti y a mí, Ignoto feliz, la opinión de las más, que los supuestamente sensatos de veras, únicos de los que vale la pena preocuparse, pensarán que las cosas se han hecho precisamente como se hagan?
El Ignoto. Empero, ¿a nombre de qué debemos pagar es con nuestros impuestos?, ¿qué sí y qué no?, ¿quién decide?
Ranaculta. Nadie tiene el derecho a arrogarse el poder de decisión sobre lo que es bello o no lo es, mucho menos el gobierno. Por eso la cultura es asunto de la sociedad, no de los políticos de turno.
El Ignoto. Sé de quién hablas. En manera alguna.
Ranaculta. El gobierno no puede ser juez y parte que defina quién merece que lo mantenga el gobierno. Esa no es una política cultural.
El Ignoto. ¿Cuál es, entonces, la mejor política cultural de un gobierno?
Ranaculta. La ausencia de política cultural.
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