jueves, 2 de julio de 2009

El nuevo arte de hacer libros II

PROSA Y POESIA

En un libro viejo todas las páginas son lo mismo.
Cuando escribe un texto, el escritor sigue sólo las leyes secuenciales del lenguaje, estas no son las leyes secuenciales de los libros.
Las palabras podrían ser diferentes en cada página; pero cada página es, como tal, idéntica a la precedente y a la siguiente.
En el nuevo arte cada página es diferente; cada página es un elemento individualizado de una estructura (el libro) en la que tiene una particular función a realizar.
... En el lenguaje hablado y escrito los pronombres sustituyen a los nombres, para evitar molestias, superfluas repeticiones.
En el libro, compuesto de diversos elementos, por signos, igual que el lenguaje, ¿Qué es lo que juega el papel de los pronombres, para evitar molestias, superfluas repeticiones?
Este es un problema para el nuevo arte; el viejo siquiera sospechaba de su existencia.
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Un libro de 500 páginas, o de 100 páginas, o incluso uno de 25, donde todas las páginas son similares, es un libro aburrido considerado como tal libro, no importa lo emocionante que pueda ser el contenido de las palabras del texto impreso en las páginas.
Una novela de un escritor de genio o de un autor de tercera clase, es un libro en el que no pasa nada.
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Aun hay, y siempre habrá, gente a la cual le gusta leer novelas. También habrá gente a la que le gusta jugar al ajedrez, chafardear, bailar el mambo, o comer fresas con nata.
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Comparados con las novelas, donde no pasa nada, en los libros de poesía sucede alguna cosa alguna vez, aunque muy poco.
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Una novela aunque no tenga letras mayúsculas, o con diferentes tipos de letras, o con fórmulas químicas entremezcladas aquí y allá, etc., es aun una novela, es decir, un libro aburrido pretendiendo no serlo.
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Un libro de poemas contiene tantas palabras, o más, que una novela, pero emplea fundamentalmente el espacio real, físico, donde estas palabras aparecen, de una forma más intencional, más evidente, más profunda. Esto es porque para transcribir el lenguaje poético encima del papel es necesario traducir tipográficamente las convenciones propias del lenguaje poético.
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La transcripción de la prosa necesita algunas cosas: puntuación, mayúsculas, diversos márgenes, etc.
Todas estas convenciones son descubrimientos originales y extremadamente bonitos, pero ya no nos damos cuenta de ellos porque los utilizamos diariamente.
La transcripción de la poesía, un lenguaje más elaborado, emplea menos signos comunes. La simple necesidad de crear los signos adaptándolos a la transcripción del lenguaje poético, reclama nuestra atención para este hecho: escribir un poema en un papel es una acción diferente a escribir este mismo poema en nuestra mente.
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Los poemas son canciones, los poetas repiten. Pero ellos no firman. Ellos escriben.
La poesía es para ser recita en voz alta. Ellos lo publican.
El hecho es que la poesía, como sucede normalmente, es poesía escrita e impresa, no cantada o hablada. Y con esto, la poesía no ha perdido nada.
Al contrario, la poesía ha ganado alguna cosa: una realidad espacial que faltaba en la poesía tristemente cantada y hablada.
(Continuará.)
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