martes, 12 de mayo de 2009

Cuévano

La realidad actual de este cuchitril que habitamos, no difiere mucho de la época en que Ibargüengoitia ironizaba con los innumerables personajes que pululan en sus apestosos callejones y túneles. Hablar de políticas culturales en Guanajuato es tan ridículo como hacer dieta en Somalia. Basta con voltear a tu alrededor para percatarte de la calidad de asnos que hay por doquier; desde las chachas hasta los diputados y cacas grandes, la estupidez continúa siendo reina y señora en este pueblucho olvidado de la mano de Dios (aún con sus títulos inútiles de Capital "nosequemadres" de tantas cosas). Cuando uno escucha hablar a los políticos guanarranchales (por ejemplo, diciendo "mas sin en cambio" o "mas sin embargo") o cuando los "eruditos" profesores de la UG dejan ver sus limitadísimos criterios intelectuales, lo único que nos queda es reír. ¿Son ellos quienes llevan las riendas de la carreta? Incluso resulta sorprendente que con semejantes pelmazos por "líderes" esto se mantenga en pie, es de resaltarse. Y es que son precisamente los más imbéciles quienes toman el control, puedo notarlo muy claramente en las actuales campañas políticas que se llevan a cabo; tengo varios vecinos que son candidatos a diputado y están a un paso de ser retrasados mentales. Pero sí, efectivamente resulta de lo más cómodo vivir del presupuesto gubernamental, lamer botas hasta llegar a la cumbre, etc. Mucho más complicado (pero más satisfactorio también) es el aprender a sobrevivir por tus propios medios, disfrutar del aprendizaje constante que nos otorga la vida día tras día, investigar, explorar.. evitar que la sangre deje de circular por nuestras venas, leer libros, admirar bellos paisajes, escuchar una melodía grandiosa. Esa, para mí, es la cultura, no mamadas gubernamentales, académicas y chingaderas por el estilo. Y como está a mi alcance todo el tiempo (más ahora con Internet y los medios electrónicos), no me angustia en absoluto que a otros la "cultura" les valga madre, así como a ellos tampoco les preocupa que las cumbias y la música norteña a mí me sean sumamente desagradables.

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