La
tremenda suerte del simio sabio
Pterocles
Arenarius
Algunas virtudes de leer. |
Leer
es una función superior de la especie humana. El homínido
(autoclasificado) homo-sapiens-sapiens (hss), ha adquirido ante otras
especies semejante estatus por algunas razones, entre las cuales
anotemos las que quizá sean más importantes. La primera es que
alcanzó la hegemonía en el planeta. Más importante incluso que la
anterior, es que ha adquirido consciencia planetaria. La relación
entre ambas cuestiones anteriores es que nuestro género es el
responsable ―y así lo asume― tanto del planeta como de las demás
especies que en él habitan.
La
adquisición de la consciencia es la facultad más importante y junto
con ella aparece la cualidad suprema de nuestra especie: la razón,
es decir la función intelectual. Digamos, la capacidad de elevar el
pensamiento hasta la abstracción y a través de ella alcanzar
incluso lo sublime, la estatura espiritual o la conmoción ante la
obra de arte, la capacidad de encontrar la belleza tanto en el mundo
natural como en la humanidad (algunos escépticos me dirán, por
esto, ingenuo o quizá iluminado, pero la belleza, incluso entre los
humanos no sólo existe, sino que es abundante: un día paséense por
un barrio de gente clasemediera o, en otras palabras, afortunada y
bien alimentada.
La belleza: instinto e imaginación. |
Las muchachas hermosas abundan entre tal tipo de
población y suelen convertirse en una fiesta de placer para los
ojos); no menos que lo anterior, la creación de una metafísica
personal o la adopción de una, ya sea filosófico-científica o
incluso religiosa pero difícilmente de las religiones-institución
que actualmente predominan y padecemos. Las anteriores son, junto con
unas cuantas circunstancias más, los motivos de una vida humana
feliz; pero, además, el desarrollo en grande de una de ellas nos da
incluso la trascendencia como individuo.
El pensamiento creó al lenguaje. ¿O el lenguaje creó al pensamiento? |
La
consciencia humana, quién lo duda, es ―digamos en el lenguaje de
los biólogos― la más grande adquisición evolutiva de cualquier
especie en la Tierra. Casi no hay duda que todo empieza cuando el
pensamiento se convierte en lenguaje. En el momento más remoto,
cuando por un lado el pensamiento apenas rebasa lo que serían las
emociones, los sentimientos y por otro lado el lenguaje no iba más
allá de gritos de alarma o de terror para salvar al vida y alertar a
los congéneres tribales. Pero el pensamiento se intensifica con tal
de vencer las dificultades, por otra parte, el lenguaje se amplía
para describir, o intentar hacerlo, tanto las dificultades como las
emociones que provocaban las “grandes hazañas” de los cazadores.
El lenguaje le pone un escalón al pensamiento y éste la da uno más
al lenguaje. Uno al otro se crean, se apoyan, se generan mutuamente.
De igual manera que el trabajo hace al hombre, cuando el trabajo es
hecho por el hombre.
El
lenguaje necesitó miles de años para ir creándose, para volverse
muy refinado hasta que llegó el momento en que requirió convertirse
en lenguaje escrito. Se dice que tal ocurrió porque, una vez
concretada la revolución del neolítico, con el descubrimiento de la
agricultura, la propiedad privada, la dominación masculina y la
acumulación de bienes (granos, animales domesticados, etc.), fue
imprescindible la cuantificación de lo poseído. El uso de los
números y las operaciones más sencillas entre ellos. Y si esto
volvía natural la creación de una bitácora económica, ¿por qué
no una cotidiana? Podríamos decir que así nació la historia, o la
documentación de la existencia.
El hombre de libros. Arcimboldo. |
A
lo que se desea llegar es a la idea de que el lenguaje escrito ―y
de manera irrenunciable― la consciencia humana actual y la
hegemonía planetaria de la especie. Es decir, la escritura y, antes,
la lectura o bien al revés, esto es la vieja discusión de “el
huevo y la gallina”, pero lectura y escritura ponen las bases del
descomunal despegue del que fuera en cierto momento un simio
desamparado y en grave peligro de extinción.
La
lectura, sin duda, nos convierte en gente con vivencias mucho más
amplias, variadas y de múltiples registros. Si mirar en la realidad
un asesinato nos provoca un grupo de tremendas emociones, la gran
hazaña es que una novela pueda causar el mismo estado emotivo sin
todas las desventajas de hacer acto de presencia ante un homicidio. Y
puesto que la obra literaria ha logrado eso, ¿cuál es la diferencia
entre ambas situaciones? La diferencia es sólo en grado de
intensidad. El que lo vivió tiene algunas ventajas, si es que
sobrevive; el que lo leyó tiene la más grande, que puede vivir
muchas más, por miles, circunstancias como ésa de intensas pero
eludiendo los riesgos de la realidad. Entonces, es cierto, el cerebro
no distingue, si acaso en grado, los sucesos reales de los leídos.
Vivir varias vidas, gracias a leer. |
La
lectura estimula la imaginación. No hay duda, todos hemos dicho que
“vemos la imagen” gracias a alguna descripción muy precisa,
evocadora, sucinta e inteligente. La imaginación es una de las
facultades de mayor importancia para los humanos. Entre otras
maravillas de que nos provee, es la de “saber ponernos en los
zapatos de los otros”, lo que da origen a una de las más humanas
virtudes, la compasión, o facultad de compartir con otros lo que les
pasa. Se dice que los criminales más despiadados, los torturadores,
los tiranos, en general no son gente mala, sino soberbia y sin
imaginación, es decir, incapacitados para la compasión.
En
cuanto al desarrollo del hipocampo y la corteza cerebral, el primero,
se dedica a los asuntos del aprendizaje y la memoria en relación con
las emociones. Este órgano cerebral pertenece al llamado circuito
límbico, que es el sitio en donde se producen las emociones. Tiene
que ver con el aprendizaje y la memoria, por supuesto, ¿qué es lo
que siempre se recuerda si no lo que nos provocó violentas
emociones? ¿Qué es lo que mejor se aprende si no lo que está
relacionado con las más hermosas emociones que nos provocaron los
grandes profesores que todos llegamos a tener alguna vez en la
escuela? En otras palabras la lectura nos convierte en sujetos más
inteligentes, puesto que este órgano fundamental del aprendizaje es
fuertemente estimulado por esta actividad.
Este
momento es prodigioso. Porque es el resultado de miles de millones de
circunstancias ocurridas en el pasado para que este instante fuera
exactamente como es. Eso me recuerda dos grandes obras de la
literatura, una, el poema Las causas, de Borges. Un recorrido por la
historia de la humanidad en unos treinta versos más o menos. Para
concluir “se precisaron todas esas cosas / para que nuestras manos
se encontraran”. La emoción es un escalofrío que nos recorre todo
el cuerpo, como Borges recorrió desde “La frescura del agua en la
garganta / de Adán. El ordenado paraíso” hasta “los rastros de
las largas migraciones /.../ la conquista de reinos por la espada /
la brújula incesante, el mar abierto /.../ el polvo incalculable que
fue ejércitos /…/ cada remordimiento y cada lágrima”. El
estremecimiento emotivo no es más que el descomunal peso de la
historia sobre nuestra consciencia. Ray Bradbury va más allá al
menos cuantitativamente, aunque sea menos lírico, mucho menos
sensible y aunque la evocación es de otra índole, no deja de ser
brutalmente intensa en su cuento El ruido de un trueno, en donde
aquel personaje palurdo compra un viaje por el tiempo a una empresa
turística en un mundo mucho más avanzado tecnológicamente que este
en que vivimos. El hombre acude al recorrido en donde se simula la
caza de un dinosaurio con las correspondientes fotos para asombrar a
los amigos. Este perdulario desobedece las rigurosísimas
indicaciones y mata a una mariposa. Las consecuencias son atroces.
Regresan a su época y el mundo es mucho peor de como lo dejaron. Una
causa muy simple, la muerte de la mariposa, provocó efectos
acumulativos en millones de años, el efecto es devastador. El
encargado del peregrinaje ejecuta sumariamente al necio, de ahí el
título del cuento. La literatura trata ―¿cómo podría no
hacerlo― la relación causa-efecto. Las obras maestras de Borges y
Bradbury le dan sentido a millones de sucesos con la realidad actual,
aunque sea ficticia. En efecto, la estructura principio (o
introducción)-(planteamiento)-nudo-desenlace potencia el pensamiento
secuencial y la vinculación causa-efecto, es decir, la manera como
transcurre este universo.
La lectura: crear un mundo interior. |
Al
final, lo más importante, quizás, de todo, es que la lectura genera
y fortalece la empatía, esto es, una manera benévola de mirar a los
seres humanos. Eso es ser más humanos. Porque gracias a aquella
benevolencia se asegura la preservación de la especie. Motivación
esencial, por lo menos hasta este momento, de la existencia del hss
mencionado, con sus asegunes más bien muy graves. La otra opción es
ser más animales. Lo que entre humanos significa “ser peores
contra los propios humanos”, puesto que la consciencia es
irrenunciable. No pocas veces en la historia, la existencia de la
humanidad se ha visto en peligro.
Quizás
esto no tenga sentido. Quizás no haya objeto para la existencia. Sin
duda el universo continuará su movimiento si la vida en la Tierra
desaparece. Pero sería muy lamentable. Al final, como dice la teoría
científica llamada principio antrópico: “El universo es como es
para que en cierto momento, la materia llegue a un grado de
organización tal que pueda tomar consciencia de sí misma”. La
materia del universo sabe que existe, tiene conocimientos del propio
universo gracias a que está aquí eso que se autonombra
homo-sapiens-sapiens. No podríamos ser tan irresponsables como para
autodestruirnos. Eso sería fallarle al universo que, dicen los
científicos, nos construyó en 15 mil millones de años de ensayos.
Pero eso parecen pretender los políticos, los financieros, los
militares.
Pero
nosotros seguiremos leyendo, escribiendo, pintando, bailando,
actuando, esculpiendo, en una palabra, documentando nuestra
existencia y haciéndola digna de existir e incluso bella.
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