martes, 8 de noviembre de 2011

Homenaje a Tomás Segovia

Dime Mujer


Tomás Segovia

Dime mujer dónde escondes tu misterio

mujer agua pesada volumen transparente

más secreta cuando más te desnudas

cuál es la fuerza de tu esplendor inerme

tu deslumbrante armadura de belleza

dime no puedo ya con tantas armas

mujer sentada acostada abandonada

enséñame el reposo el sueño y el olvido

enséñame la lentitud del tiempo

mujer tú que convives con tu ominosa carne

como junto a un animal bueno y tranquilo

mujer desnuda frente al hombre armado

quita de mi cabeza este casco de ira

cálmame cúrame tiéndeme sobre la fresca tierra

quítame este ropaje de fiebre que me asfixia

húndeme debilítame envenena mi perezosa sangre

mujer roca de la tribu desbandada

descíñeme estas mallas y cinturones de rigidez y miedo

con que me aterro y te aterro y nos separa

mujer oscura y húmeda pantano edénico

quiero tu ancha olorosa robusta sabiduría

quiero volver a la tierra y sus zumos nutricios

que corren por tu vientre y tus pechos y que riegan tu carne

quiero recuperar el peso y la rotundidad

quiero que me humedezcas me ablandes me afemines

para entender la feminidad la blandura húmeda del mundo

quiero apoyada la cabeza en tu regazo materno

traicionar al acerado ejército de los hombres

mujer cómplice única terrible hermana

dame la mano volvamos a inventar el mundo los dos solos

quiero no apartar nunca de ti los ojos

mujer estatua hecha de frutas paloma crecida

déjame siempre ver tu misteriosa presencia

tu mirada de ala y de seda y de lago negro

tu cuerpo tenebroso y radiante plasmado de una vez sin titubeos

tu cuerpo infinitamente más tuyo que para mí el mío

y que entregas de una vez sin titubeos sin guardar nada

tu cuerpo pleno y uno todo iluminado de generosidad

mujer mendiga pródiga puerto del loco Ulises

no me dejes olvidar nunca tu voz de ave memoriosa

tu palabra imantada que en tu interior pronuncias siempre desnuda

tu palabra certera de fulgurante ignorancia

la salvaje pureza de tu amor insensato

desvariado sin freno brutalizado enviciado

el gemido limpísimo de la ternura

la pensativa mirada de la prostitución

y la clara verdad cruda

del amor que sorbe y devora y se alimenta

el invisible zarpazo de la adivinación

la aceptación la comprensión la sabiduría sin caminos

la esponjosa maternidad terreno de raíces

mujer casa del doloroso vagabundo

dame a morder la fruta de la vida

la firme fruta de luz de tu cuerpo habitado

déjame recostar mi frente aciaga

en tu grave regazo de paraíso boscoso

desnúdame apacíguame cúrame de esta culpa ácida

de no ser siempre armado sino sólo yo mismo.

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