Guanajuato. Carlos Olvera
Milenio online
2011-10-05•Cultura
El espíritu de don Eulalio Ferrer Rodríguez fue convocado en la memoria de tres de sus amigos, los escultores Leonardo Nierman, José Sacal y Víctor Gutiérrez, mientras inauguraban el corredor de las esculturas del Quijote en Guanajuato capital.
Autores de tres de las seis piezas que se muestran en las calles aledañas al Museo Iconográfico del Quijote (MIQ), los artistas rememoraron en qué momento entregaron sus piezas al museo que donó Ferrer Rodríguez a los guanajuatenses y lanzaron un breve discurso al pie de sus obras.
Onofre Sánchez Menchero, director del Museo Iconográfico del Quijote y anfitrión de los escultores, aseguró que todos los artistas están contentos de estar inmiscuidos en la vida cotidiana de los guanajuatenses a través de sus esculturas.
El punto de partida del corredor es la plazuela que se encuentra entre el templo de San Diego y el hotel del mismo nombre, en pleno centro histórico de la ciudad. Al pie de la base de esta obra se colocó una placa de bronce, en forma de libro del Quijote, que hizo Lorenzo Rafael.
Sigue una reproducción de 4 metros de La Giganta, de José Luis Cuevas, entre el teatro Juárez y el Templo de San Diego; la siguiente escultura es Quijote de Víctor Gutiérrez, prácticamente la escultura que da la bienvenida al Iconográfico, ya que se encuentra a la entrada del museo.
Gutiérrez es el autor de la escultura de Los mineros a la entrada de la ciudad de Guanajuato y del Quijote y Sancho a lomos de Rocinante y el burro, que están en la plaza del teatro Cervantes.
Ángel-Quijote de José Sacal, está enfrente del templo de San Francisco, junto al Ángel de Leonardo Nierman, considerado el autor de arte abstracto —más abstracto— de la Tierra, por las prestigiadas galerías californianas Pickford-Perkins. La obra tiene una escultura gemela en el paseo del Sardinero.
El paseo concluye con El Quijote 2000, de Sebastián, en el callejón del Campanero. Es la más alta de las esculturas, con 4.62 metros, realizada en acero y acabada en esmalte negro y poliuretano, que da la bienvenida a los capitalinos que descienden por la calle Sangre de Cristo.
Fuente: http://impreso.milenio.com/node/9038361
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