jueves, 1 de septiembre de 2011

La cultura ¿una prioridad del estado?



Por: Hilda Anchondo / GUANAJUATO, Miércoles, 31 de Agosto de 2011
Las políticas culturales no están diseñadas para que impacten en el tejido social de la población.

El estado de Guanajuato alberga uno de los cinco festivales culturales más importantes del mundo, el Festival Internacional Cervantino; tiene dos ciudades en la lista de Patrimonio Cultural de la Humanidad; tres zonas arqueológicas abiertas al público; alrededor de 50 museos y 30 galerías; 176 bibliotecas y cerca de 75 librerías, entre otros elementos de infraestructura cultural.

El economista cultural Ernesto Piedras asegura que la infraestructura cultural y el nivel económico de la población no lo son todo para que ésta se interese en la cultura.

Agrega que para que haya demanda cultural debe haber una población educada que esté interesada y que pueda interpretar los signos que implican "leer" la cultura. A una ciudad "culta" la hace su infraestructura y la oferta cultural que proporcione, pero eso no es suficiente para crear una sociedad ilustrada, interesada en los eventos culturales, para eso se necesita cierto nivel de conocimiento.

En el caso de Guanajuato los resultados de la Encuesta Nacional de Productos y Consumos Culturales 2010, realizada por Conaculta, parecen avalar ese dicho. El estado cuenta con una infraestructura medianamente desarrollada pero poco público local acude a los espacios culturales; a continuación algunos resultados que arrojó la encuesta.


















El consumo cultural
Según la encuesta de productos y consumos culturales, en Guanajuato el 37.4 por ciento de la población, mayor de 13 años, está poco interesada por lo que pasa en la cultura o en las actividades culturales, tales como el teatro, la danza, el cine, la literatura y la música o los conciertos y sólo el 8.5 está "muy interesado".

Aún cuando se cuenta con 170 bibliotecas, un millón 756 mil guanajuatenses (51 por ciento de la población mayor de 13 años) no ha visitado nunca una biblioteca pública; y 2.3 millones (69 por ciento) no ha visitado una librería.

Por otro lado, sólo 6 de cada 10 ha ido alguna vez a un museo o galería y de ese número casi la mitad no pagó por entrar; además únicamente alrededor de un millón de personas ha acudido alguna vez a una zona arqueológica.

A pesar de que en el estado se registra desde hace 14 años un Festival Internacional de Cine, alrededor de la tercera parte de los guanajuatenses no ha pisado una sala cinematográfica en su vida.

Incluso en los rubros referentes a platillos tradicionales, mitos y leyendas, artesanías regionales y danzas típicas de México, hay apatía por parte de la población ya que únicamente una cuarta parte de los guanajuatenses dijeron estar interesados.

Estos resultados tomados al azar, porque la encuesta es amplia, muestran que a pesar de la infraestructura cultural con que cuenta el estado la gente se interesa poco en la cultura.

¿Formando una población culta?
El plan de gobierno 2006-2012 establece que el Estado tiene como propósito brindar una educación de calidad, equitativa, pertinente e integral.

La organización "Mexicanos Primero", que preside Claudio X. González Guajardo, realizó el informe "Brecha" y señala que "en Guanajuato la calidad educativa continúa siendo baja ya que 53 % de los jóvenes estudiantes de tercero de secundaria tuvo resultados del nivel de insuficiencia".

Por otro lado, el Instituto Nacional para la Educación de los Adultos (INEA) dice que este estado ocupa el primer lugar nacional en porcentaje de población de 15 años y más que no terminaron su educación secundaria.

Con estos niveles y calidad de la educación ¿se puede aspirar a ser una sociedad culta? A pregunta expresa sobre si los profesores del estado están capacitados para dar una educación que propicie el desarrollo cultural del educando, el sociólogo José Rafael Ramírez Inzunza, dice: "Me parece que en gran medida no, ya que están fundamentalmente formados para seguir una rutina educativa que excluye la creatividad, la reflexión y que está apelando fundamentalmente a la memoria de datos, un tanto enciclopédicos, que no tienen un correlato con la realidad, esto impide que estos conocimientos incidan en la transformación e innovación, de la realidad en la cual están inscritos los alumnos y los maestros".

El coordinador de posgrado en el Departamento de Educación de la Universidad Iberoamericana en León agrega que este problema no únicamente es atribuible al papel de los docentes sino al sistema educativo en conjunto y sobre todo a la matriz social en la cual está inscrita la escuela: "Porque si estamos pensando que la escuela debe ser una agencia que propicie el surgimiento de una subjetividad crítica, o una subjetividad informada, hay otras agencias como los medios de comunicación masiva, que se inscriben en lo que se ha llamado cultura de masas, que hacen un trabajo en sentido contrario y lo poco que puede hacer el maestro es desbaratado por esta industria cultural; estoy hablando principalmente de la televisión que tiene una fuerza inconmensurable, que tiene un mercado cautivo para hacer llegar su mensaje".

Pero no sólo es un problema de educación formal ya que la transmisión de la cultura de una generación a otra comienza en el seno de la familia, es ahí en donde adquirimos los primeros rudimentos de la lengua y ciertos hábitos y valores.

Ramírez Insunza nos dice que con la nueva conformación familiar, que en muy pocos años pasó de una familia nuclear tradicional a una muy variada forma de organización, las cosas también se complican ya que desde su punto de vista las dos instancias formativas que consolidaban los valores culturales han perdido su jerarquía: "La escuela y la familia han perdido esa hegemonía cultural en la que decían éste es el sentido y el significado de las cosas, del mundo y de la vida.

Ahora hay otras instancias que las han desplazado y eso implica hacer un esfuerzo doble, de parte del Estado, de los profesores y de la familia".

Por su parte Eliazar Velázquez Benavides, escritor y promotor cultural, nos comenta que la cultura de los Mas Media ha calado hondo en la subjetividad de los lazos comunicantes en la comunidad, en el barrio, en la cuadra, ahí en donde las políticas culturales no existen.

El maestro Rafael Ramírez abunda sobre lo delicado de que el predominio de la cultura haya perdido su asidero en la familia y en la escuela y se permita la libre intervención de los medios de comunicación masiva porque: "Muchos de los que están enseñando, sobre todo los que atienden las zonas más pobres, no tiene tampoco los recursos formativos, cognitivos suficientes para hacerle frente a estas industrias culturales, en las que está recayendo la hegemonía cultural, y que son muy fuertes.

Es desesperante ver cómo los niños y jóvenes se ven expuestos este vendaval de la banalidad cultural, en la televisión, la música, etc.".

Sin embargo, concluye diciendo que tal vez es una sobre exigencia pedir que la escuela brinde todas las bondades de la educación, porque, en el caso de México "cómo es posible que el Estado solape y apoye al duopolio televisivo y pretenda que la escuela, por sí sola, lo enfrente".

Política cultural, aramos en el viento
La Unesco afirma que: "el desarrollo cultural genera desarrollo económico, pero en cambio el desarrollo económico, por sí mismo, no genera desarrollo cultural".  

Un dato que corrobora esto es que, según la Encuesta Nacional de Lectura de Conaculta, en Guanajuato los que leen más son la población de nivel socieconómico medio (79.2%) y desciende ligeramente para la población de niveles socioeconómicos medio alto y alto (75.9%).

Eliazar Velázquez nos dice que: "No está dentro de las grandes prioridades de los gobiernos, de ningún nivel, el invertir verdaderamente para convertir a la cultura en un factor que impacte en el desarrollo.

La inversión en la cultura se sigue viendo como la inversión para generar eventos recreativos, espectáculos".

En el Presupuesto de Egresos del Estado de Guanajuato, en 2009 al Instituto Estatal de la Cultura se le destinó un presupuesto de 195 millones 748 mil pesos; pero para el 2010 (año de la celebración del centenario y bicentenario de la revolución y la independencia del país) ejerció apenas 122 millones 642 mil pesos, lo que da una variación real, a la baja, del 38.8 por ciento.

En ese mismo lapso el gobierno del estado invirtió más de mil millones de pesos en realizar la Expo Bicentenario Guanajuato 2010, que estuvo abierta la público sólo durante 6 meses y que si bien estuvo espectacular fue poco seria en contenido.

Al hablar de los recursos Velázquez Benavides agrega: "No sólo es escaso el dinero que se invierte, sino que la forma como se administra creo que no es la adecuada; pienso que la tendencia no es a destinar el dinero para que tenga un impacto socialmente amplio, sino que las instituciones culturales se mueven con una lógica muy focalizada.

"Si vemos la realidad del municipio de León y revisas los programas que se impulsan terminas descubriendo que el foco de atención es un círculo muy pequeño, no hay una diáspora; tú vas a la colonia Rosario, la 10 de Mayo, a la San Felipe, etc., y no existe el Instituto Cultural de León, lo más que existe es quizá un salón cultural, que es un lugar donde se imparten uno o dos talleres; pero en términos reales la gran preocupación es mantener contento a ese pequeño grupo del que hablamos.

En ese núcleo se encuentra la gente del poder económico que está esperando qué hay en el Teatro Doblado o en el Bicentenario, hasta una comunidad artística que tiene establecida una relación perversa con las instituciones y con los programas oficiales, una relación clientelar.

León es el ejemplo pero lo mismo sucede a nivel estatal y nacional".

La inversión y administración del recurso no se plantea en destinar un monto que tenga verdadero impacto dentro del tejido social, que es donde la cultura puede hacer mucho más su labor como factor de regeneración de los procesos comunitarios que están tan dañados, dice Eliazar.

"Antes los niños jugaban ‘rondas’ en las calles pero ahora la calle se ha convertido en un espacio en donde más bien los niños se agarran a madrazos y en algunos casos con los padres presentes diciendo "pégale más, aguanta"; bueno este es un ejemplo extremo de cómo la calle ha ido perdiendo su carácter como punto de convergencia comunitario y como espacio de fortalecimiento de toda una serie de estructuras simbólicas, culturales que le daban cohesión a esos barrios o colonias".

Él indica que las políticas culturales no llegan a esos niveles en los que impacta el tejido social, sino que se mantiene en "un nivel casi epidérmico".

"La política cultural se preocupa por tocar por encima, se preocupa por que haya festivales lustrosos, ostentosos, sumamente caros, que, de ser posible, llenen los sitios, se preocupa más por los números.

El sinónimo de éxito para la función pública parece ser la cantidad y más en un estado en el que preo-cupa más la forma, que el fondo, en estos lares preocupa más la apariencia de las cosas".

El escritor serrano finaliza así. "En política cultural estamos arando en el viento y no en la tierra, no estamos trabajando en reconstituir las estructuras simbólicas de la cultura en el tejido social que es lo más importante".

Fuente: http://correo-gto.com.mx/notas.asp?id=240422

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