viernes, 17 de septiembre de 2010

PTEROCLES ARENARIUS, EL ESCRITOR MEDIOCRE

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El tal Pterocles Arenarius no supo responder de manera correcta a un comentario educado, sobre una carta de protesta por el retiro de una estatua de Benito Juárez, y se dedicó a atacar personalmente a alguien que no piensa como él, postura intransigente y contradictoria de quien dice alabar los valores intelectuales y morales de Benito Juárez, precisamente haciendo lo contrario: no saber estar a la altura del debate y entrar en descalificaciones como lo haría cualquier mediocre.

Jesús Ortega Rodríguez, alias “Pterocles Arenarius”, es tan vulgar que ni siquiera puede disponer de un nombre propio, pues debe compartirlo con Jesús “Chucho” Ortega, coordinador del PRD y exponente de la más baja calaña y mediocridad de la política mexicana, con el que ahí se va se va de la mano (tal para cual).

Pterocles Arenarius se cree muy mexicano y de esta tierra, pero en realidad su estirpe, según lo demuestran su apariencia y apellidos, proviene de aquellos españoles que vinieron a arrasar con una cultura milenaria. Si a Jesús Ortega Rodríguez le ponemos el yelmo, la vestimenta, las botas y la espada de aquellos “conquistares”, tendremos la viva imagen de los que asolaron estas tierras. Por sus venas, probablemente, corre la sangre de la clase más baja del batallón, de aquellos que limpiaban las letrinas y luego se dedicaban a saquear los hogares, matar a sus moradores y violar a las mujeres (de ahí, quizá, su propensión por la literatura de carácter sexual expresada de la manera más burda, tal como sus antepasados acostumbraban). He ahí la mediocridad impresa en su herencia genética (al menos mis antepasados, gente honrada, no vino a robar, asesinar y violar, como los antepasados del tal Pterocles Arenarius).

Pterocles Arenarius no tiene ningún reparo para “plagiar estilísticamente”, de manera chafa o defectuosa, el estilo de Charles Bukowski, aderezado con un mexicanismo coloquial con el que intenta difuminar dicha suplantación. La obra de Charles Bukowski, sin lugar a dudas, es poseedora del “fondo” que se muestra a partir de la marginalidad y experiencias del autor, cuando, por el contrario, en el caso del tal Pterocles Arenarius el fondo es inexistente ante la simulación de un autor que plagia estilísticamente al otro sin tener, además, el sustento de la materia vivencial, pues el tal Pterocles trabajó mucho tiempo en la redacción de un diario y su obra “literaria” se basa en las experiencias imaginadas sobre lo no vivido, de ahí que la brecha y la ausencia de credibilidad en tal imitación sea abismal. Algo así, sólo lo hacen los mediocres.

Pterocles Arenarius se esconde tras un pseudónimo cuando escribe contra los poderosos, contra las instituciones, como el que tira la piedra y esconde la mano, así, sin enfrentarlos de frente, como los cobardes. No sabe, en sus críticas, cómo debe utilizar la fuerza de la palabra, por emplear una ironía estúpida que arruina la arremetida, el peso de las ideas, y quedar como un chiste o el chisme de un graciosillo, sin lograr nunca el objetivo. Ésa es la maestría retórica de los mediocres cuando se enfrentan al poder, para decir sin decir nada diluyendo su discurso en ocurrencias.

Pterocles Arenarius, para defenderse de su mediocridad, que es de carácter moral, exhibe un currículum de premios de tercera clase y, sin ningún pudor, el premio que podría haber ganado con una novela que nunca ganó.
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1 comentario:

Tlaloque 66 dijo...

Habrá que dejar este "reality blog"...