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Esta carta de denuncia abarca mucho más de lo que su título refiere, pues el “estado de excepción” que se vive en Guanajuato y su gravedad, en lo que respecta a la cultura, así lo amerita. Pero, para atenerme al orden concreto de mi exposición, iniciaré con el enunciado para pasar después al resto con los alegatos.
Xenofobia en Guanajuato
“Xenofobia”, según el Diccionario de la Real Academia Española de la Lengua, significa: “Odio, repugnancia u hostilidad hacia los extranjeros.”
En la convocatoria para los Estímulos a la creación y al desarrollo artístico del año 2010, en el punto 1 de los requisitos se pide: “Ser guanajuatense por nacimiento y presentar documentación comprobatoria de residencia en el estado actualmente, así como permanecer en el estado” (“estado” debería ir con la primera letra en mayúscula pero así aparece escrito, con falta de ortografía, en la convocatoria).
En Guanajuato por primera vez se exige para recibir un apoyo económico, para la creación y desarrollo artísticos, haber nacido en el Estado de Guanajuato, como si los artistas y creadores residentes, y no natos, no aportaran nada al enriquecimiento cultural de esta tierra. Con anterioridad, este requerimiento de carácter exclusivista no existía y tan sólo se limitaba a una restricción por residencia de cinco años. Debo destacar que Guanajuato es el único Estado de la República Mexicana que impone dicha penalidad.
Negar un apoyo económico a un artista o creador por su lugar de nacimiento sólo tiene un nombre: “xenofobia”. Artista y creador guanajuatense es todo aquél que reside de manera permanente en algún lugar del Estado de Guanajuato y que contribuye, con su trabajo, al desarrollo y promoción de la cultura, e incluso aquél que, habiendo nacido en Guanajuato, reside fuera del Estado. Ahora, que vivimos en un mundo global, menos sentido tiene establecer políticas culturales marcadas por la xenofobia, de un “patrioterismo estatal” que está fuera de lugar y ofende al sentido común. Querer ver lo contrario demuestra nada más que prejuicios e ignorancia, “valores” que, al parecer, el Director del Instituto Estatal de la Cultura de Guanajuato, el doctor pediatra Juan Alcocer Flores, imprime, como signo, a través de una política de carácter neofascista.
Si ya los apoyos económicos del Instituto Estatal de de la Cultura de Guanajuato estaban bajo la sospecha del fraude, cuando muchas veces se conceden por amistad, consanguinidad, conveniencia o compromiso, y siempre bajo una total falta de transparencia, ahora sólo faltaba someterlos bajo el peso del desprecio y la xenofobia. Desprecio hacia todos aquellos que por su lugar de nacimiento, aunque paguen sus impuestos, son retribuidos, por sus aportes a la cultura, con la divisa de la ignorancia.
El doctor pediatra Juan Alcocer Flores ignora a pintores como John Nevin, Oscar Escalante o Dean Gazeley; ignora que Benjamín Valdivia, oriundo de Aguascalientes, es el “escritor guanajuatense vivo” con mayor prestigio en México, y que contribuye, con su labor como director académico del Centro de Estudios Cervantinos, a dar renombre internacional, como Capital Cervantina de América, a la ciudad de Guanajuato; y, asimismo, ignora que el español Eulalio Ferrer fue un generoso benefactor de la cultura local. El doctor pediatra Juan Alcocer Flores ignora, a fin de cuentas, la ignorancia que se desprende de sus propios actos.
Creadores insignes guanajuatenses, como son Diego Rivera y Jorge Ibargüengoitia, triunfaron fuera de Guanajuato sin sentir el peso de la xenofobia, y hoy se les exalta cuando incluso despreciaron o criticaron, por las circunstancias que fueren, su lugar de nacimiento. Y les recuerdo la famosa frase que Diego Rivera le concedió a José Chávez Morado, cuando este último le invitó a pintar un mural en la Alhóndiga de Granaditas: “Échatelo tú, que yo no voy a Guanajuato porque huele a caca.” Sin duda Diego Rivera se refería, con su apreciación olfativa, al ambiente conservador y retrógrado que aún pervive en Guanajuato.
La cultura guanajuatense en caída libre
En Guanajuato, cada día más, se observa un notable retroceso en las políticas culturales implementadas por parte del Instituto Estatal de la Cultura, y es así desde que está al frente, como director, el médico pediatra Juan Alcocer Flores. Ahora, por ejemplo, la calidad de las exposiciones y muestras de los museos estatales han ido a la baja, cuando incluso medio Museo Casa Diego Rivera estaba, en plena temporada vacacional de verano, en el mes de agosto, con sus salas temporales vacías. La Editorial La Rana, para no quedarse atrás, bajo lineamientos del doctor pediatra Juan Alcocer Flores, ha dejado de apoyar a los autores guanajuatenses de literatura para centrarse en publicar, casi con exclusividad, libros infantiles, de artesanías y cultura popular, dentro de una raquítica actividad en donde la literatura nada importa. A lo anterior hay que unir el problema histórico, ya comentado, de falta de transparencia en la concesión de becas para la creación y el desarrollo artístico, ayudas, por otra parte, que de poco sirven en vista a la proyección de sus beneficiados: ¿Dónde están los creadores guanajuatenses becados en el contexto nacional e internacional? Nada se sabe de ellos; un total fracaso; dinero para vivir un año del cuento.
En este rubro se hace notar la ausencia de cualquier directriz encaminada a promocionar a los creadores guanajuatenses a lo largo del territorio nacional, y mucho menos en el extranjero. ¿Dónde están los convenios con otras instituciones para tal efecto? ¿Dónde las exposiciones itinerantes de los artistas guanajuatenses? La falta de imaginación y, lo que es peor, de criterios, es la tónica que predomina en una política cultural inexistente destinada a hundir, si se puede más, la cultura local y a sus involucrados, cuando una parte del presupuesto se gasta, por ejemplo, en remozar templos e iglesias, algo que debería hacerse de forma compartida entre el Instituto Nacional de Antropología e Historia y el Gobierno del Estado, mediante una partida económica librada para tal efecto. La falta de previsión y de lineamientos acertados se hacen patentes, cuando los apoyos a la cultura simulan un barco a la deriva que hace aguas por todos lados, esperando el momento de ser tragado en su abandono.
“Hay que acabar con la cultura”, parece la consigna de un Instituto Estatal de la Cultura que ya parece sólo un título, una figura decorativa, un rotundo fracaso, una muestra y ejemplo de mala gestión, cuyo acto simbólico, tras el inicio de labores de su director, fue acabar con el único taller literario gratuito en la ciudad de Guanajuato.
También es de destacar, en los escritores guanajuatenses, una total falta de valentía para alzar la voz, más cuando comentan por lo bajo lo que luego no son capaces de sostener, frente al poder, de manera crítica; escritores sin casta que se humillan intelectualmente para no perder sus privilegios, escritores con un discurso raquítico y pueblerino que no propone ni cuestiona, escritores que aspiran a ser, nada más, reconocidos como “luminarias” de la literatura local.
La cultura guanajuatense está en “caída libre”, lo que no es de extrañar cuando un médico pediatra, sin ninguna experiencia como gestor cultural, ni antecedentes en la materia, es el director de un Instituto ahora destinado desvirtuar su original propósito, y cuando los intelectuales guanajuatenses, si de verdad los hubiera, son cómplices, con su silencio, de tal devastación. Hoy más que nunca se hace necesario, aunque parezca una broma, la constitución de un Instituto Independiente de la Cultura de Guanajuato A.C. para solicitar un presupuesto al Gobernador del Estado, y realizar la labor que el Instituto Estatal ya no hace: el apoyo a los creadores y a la cultura.
Firmado: Pablo Paniagua, escritor y artista visual guanajuatense.
http://www.escritorweb.blogspot.com/
Xenofobia en Guanajuato
“Xenofobia”, según el Diccionario de la Real Academia Española de la Lengua, significa: “Odio, repugnancia u hostilidad hacia los extranjeros.”
En la convocatoria para los Estímulos a la creación y al desarrollo artístico del año 2010, en el punto 1 de los requisitos se pide: “Ser guanajuatense por nacimiento y presentar documentación comprobatoria de residencia en el estado actualmente, así como permanecer en el estado” (“estado” debería ir con la primera letra en mayúscula pero así aparece escrito, con falta de ortografía, en la convocatoria).
En Guanajuato por primera vez se exige para recibir un apoyo económico, para la creación y desarrollo artísticos, haber nacido en el Estado de Guanajuato, como si los artistas y creadores residentes, y no natos, no aportaran nada al enriquecimiento cultural de esta tierra. Con anterioridad, este requerimiento de carácter exclusivista no existía y tan sólo se limitaba a una restricción por residencia de cinco años. Debo destacar que Guanajuato es el único Estado de la República Mexicana que impone dicha penalidad.
Negar un apoyo económico a un artista o creador por su lugar de nacimiento sólo tiene un nombre: “xenofobia”. Artista y creador guanajuatense es todo aquél que reside de manera permanente en algún lugar del Estado de Guanajuato y que contribuye, con su trabajo, al desarrollo y promoción de la cultura, e incluso aquél que, habiendo nacido en Guanajuato, reside fuera del Estado. Ahora, que vivimos en un mundo global, menos sentido tiene establecer políticas culturales marcadas por la xenofobia, de un “patrioterismo estatal” que está fuera de lugar y ofende al sentido común. Querer ver lo contrario demuestra nada más que prejuicios e ignorancia, “valores” que, al parecer, el Director del Instituto Estatal de la Cultura de Guanajuato, el doctor pediatra Juan Alcocer Flores, imprime, como signo, a través de una política de carácter neofascista.
Si ya los apoyos económicos del Instituto Estatal de de la Cultura de Guanajuato estaban bajo la sospecha del fraude, cuando muchas veces se conceden por amistad, consanguinidad, conveniencia o compromiso, y siempre bajo una total falta de transparencia, ahora sólo faltaba someterlos bajo el peso del desprecio y la xenofobia. Desprecio hacia todos aquellos que por su lugar de nacimiento, aunque paguen sus impuestos, son retribuidos, por sus aportes a la cultura, con la divisa de la ignorancia.
El doctor pediatra Juan Alcocer Flores ignora a pintores como John Nevin, Oscar Escalante o Dean Gazeley; ignora que Benjamín Valdivia, oriundo de Aguascalientes, es el “escritor guanajuatense vivo” con mayor prestigio en México, y que contribuye, con su labor como director académico del Centro de Estudios Cervantinos, a dar renombre internacional, como Capital Cervantina de América, a la ciudad de Guanajuato; y, asimismo, ignora que el español Eulalio Ferrer fue un generoso benefactor de la cultura local. El doctor pediatra Juan Alcocer Flores ignora, a fin de cuentas, la ignorancia que se desprende de sus propios actos.
Creadores insignes guanajuatenses, como son Diego Rivera y Jorge Ibargüengoitia, triunfaron fuera de Guanajuato sin sentir el peso de la xenofobia, y hoy se les exalta cuando incluso despreciaron o criticaron, por las circunstancias que fueren, su lugar de nacimiento. Y les recuerdo la famosa frase que Diego Rivera le concedió a José Chávez Morado, cuando este último le invitó a pintar un mural en la Alhóndiga de Granaditas: “Échatelo tú, que yo no voy a Guanajuato porque huele a caca.” Sin duda Diego Rivera se refería, con su apreciación olfativa, al ambiente conservador y retrógrado que aún pervive en Guanajuato.
La cultura guanajuatense en caída libre
En Guanajuato, cada día más, se observa un notable retroceso en las políticas culturales implementadas por parte del Instituto Estatal de la Cultura, y es así desde que está al frente, como director, el médico pediatra Juan Alcocer Flores. Ahora, por ejemplo, la calidad de las exposiciones y muestras de los museos estatales han ido a la baja, cuando incluso medio Museo Casa Diego Rivera estaba, en plena temporada vacacional de verano, en el mes de agosto, con sus salas temporales vacías. La Editorial La Rana, para no quedarse atrás, bajo lineamientos del doctor pediatra Juan Alcocer Flores, ha dejado de apoyar a los autores guanajuatenses de literatura para centrarse en publicar, casi con exclusividad, libros infantiles, de artesanías y cultura popular, dentro de una raquítica actividad en donde la literatura nada importa. A lo anterior hay que unir el problema histórico, ya comentado, de falta de transparencia en la concesión de becas para la creación y el desarrollo artístico, ayudas, por otra parte, que de poco sirven en vista a la proyección de sus beneficiados: ¿Dónde están los creadores guanajuatenses becados en el contexto nacional e internacional? Nada se sabe de ellos; un total fracaso; dinero para vivir un año del cuento.
En este rubro se hace notar la ausencia de cualquier directriz encaminada a promocionar a los creadores guanajuatenses a lo largo del territorio nacional, y mucho menos en el extranjero. ¿Dónde están los convenios con otras instituciones para tal efecto? ¿Dónde las exposiciones itinerantes de los artistas guanajuatenses? La falta de imaginación y, lo que es peor, de criterios, es la tónica que predomina en una política cultural inexistente destinada a hundir, si se puede más, la cultura local y a sus involucrados, cuando una parte del presupuesto se gasta, por ejemplo, en remozar templos e iglesias, algo que debería hacerse de forma compartida entre el Instituto Nacional de Antropología e Historia y el Gobierno del Estado, mediante una partida económica librada para tal efecto. La falta de previsión y de lineamientos acertados se hacen patentes, cuando los apoyos a la cultura simulan un barco a la deriva que hace aguas por todos lados, esperando el momento de ser tragado en su abandono.
“Hay que acabar con la cultura”, parece la consigna de un Instituto Estatal de la Cultura que ya parece sólo un título, una figura decorativa, un rotundo fracaso, una muestra y ejemplo de mala gestión, cuyo acto simbólico, tras el inicio de labores de su director, fue acabar con el único taller literario gratuito en la ciudad de Guanajuato.
También es de destacar, en los escritores guanajuatenses, una total falta de valentía para alzar la voz, más cuando comentan por lo bajo lo que luego no son capaces de sostener, frente al poder, de manera crítica; escritores sin casta que se humillan intelectualmente para no perder sus privilegios, escritores con un discurso raquítico y pueblerino que no propone ni cuestiona, escritores que aspiran a ser, nada más, reconocidos como “luminarias” de la literatura local.
La cultura guanajuatense está en “caída libre”, lo que no es de extrañar cuando un médico pediatra, sin ninguna experiencia como gestor cultural, ni antecedentes en la materia, es el director de un Instituto ahora destinado desvirtuar su original propósito, y cuando los intelectuales guanajuatenses, si de verdad los hubiera, son cómplices, con su silencio, de tal devastación. Hoy más que nunca se hace necesario, aunque parezca una broma, la constitución de un Instituto Independiente de la Cultura de Guanajuato A.C. para solicitar un presupuesto al Gobernador del Estado, y realizar la labor que el Instituto Estatal ya no hace: el apoyo a los creadores y a la cultura.
Firmado: Pablo Paniagua, escritor y artista visual guanajuatense.
http://www.escritorweb.blogspot.com/
13 comentarios:
Absolutamente cierto.
Felicidades, Pablo.
Pero... ¿qué podemos esperar de un estado donde se quema libros, los institutos culturales favorecen a los "cuates" y la "escritora" favorita es la mojigata de Lourdes Cásares de Felix?
Citas a Ibargüengoitia, pero más parecemos de Orwell.
Pablo:
Me sumo a tu crítica. Fue y es ofensivo para quienes aquí realizamos nuestroa trabajo --con o sin apoyo-- que hayan acotado a los nacidos en Guanajuato las becas de apoyo a los creadores. No le había visto su perfil xenofóbico pero estás en lo cierto. Ahora sabemos que para el gobierno estatal actual los nacidos en otra parte de nuestro México somos en Guanajuato ciudadanos de segunda.
No obstante que coincido y defiendo el derecho que tienes de expresar tu opinión sobre la ausencia de una política cultural transparente en Guanajuato, todo movimiento que incida de manera real debe apelar a la suma de voluntades y maneras de ser, aunque no se coincida en todo.
Cualquier diferencia entre la comunidad creadora de la entidad no dudes que será aprovechada y menoscaba la agudeza de tu visión.
La falta de canales de comunicación hace parecer que nadie se mueve, cuando todos están en movimiento. No sólo en la prensa se gesta una opinión.
Hay talleres autogestivos que se están organizando e intercambio de experiencias con otras instituciones que sí ven en la cultura un proceso de tejido social.
Asimismo, cada vez más alzan la voz...
Para finalizar, si te sorprende el asunto de las becas, estamos corroborando información sobre algo que motivará el desplegado colectivo de una carta abierta en medios locales y nacionales.
Ya los mantendremos informados.
Hola.
Pues avísenme para sumarme al desplegado colectivo.
Hay que unir fuerzas para lograr o forzar un cambio. Ése es uno de los motivos de mi carta, entrar en la denuncia directa para que los demás pierdan el miedo. ¡Ya basta de estar callados!
Los ciudadanos tenemos derecho de criticar a las autoridades cuando no se hacen las cosas bien. Eso es democracia.
En el Estado de Guanajuto, la mayoría de los escritores callan para no perder sus privilegios, presentes o futuros. Eso es no tener casta; escriben para la galería institucional, ni proponen ni cuestionan, están ideológicamente vacíos. He ahí el prototipo del escritor guanajuatense, destinado a no trascender fuera de las fronteras de su "rancho".
Y si hago esta crítica es para forzar un cambio de actitud, para que sientan la vergüenza de los que nunca fueron capaces de alzar la voz ante el demérico cultural del que, de alguna manera, son cómplices y favorecen con la sumisión.
Pablo,
Has visto la manera de que una nota al respecto se publique en algún medio impreso (entiéndase periódico). Pues parecierá que sólo así llegara a tener eco en oídos oficiales. Aplaudo tu denuncia: ya lo había comentado con algunos amigos que estamos bien o mal estamos en el medio cultural guanajuatense sin ser nacidos en el estado, aunque llevemos más de media vida aquí: es absurdo. Por eso aplaudo que lo hagas público. Saludos!
PD. Te recomiendo que omitas lo de Estado con mayúsculas, pues no es una falta de ortografía (debe ir en minúsculas aunque este en lugar de un nombre propio) y aunque es una minucia puede demeritar tu valioso texto.
Hola, Anónimo.
La carta ya salió publicada en El Heraldo de León y en el AM, y espero que dentro de poco salga una entrevista que le concedí al Correo.
Respecto a lo de Estado, así con mayúscula, no es falta de ortografía pues se refiere a un territorio con identidad propia y que incluso tiene una cámara de diputados, entiéndase un Estado que forma parte de México, Estados Unidos Mexicanos (su nombre oficial), nación formada, según se entiende, por varios Estados.
Yo no tengo la culpa de que en México no se aplique, como es debido, una regla que es del sentido común y que otorga cierto carácter de autonomía a la entidad o Estado en cuestión.
Saludos
ACLARACIÓN COMPLETA SOBRE LA PALABRA ESTADO:
Respecto a lo de Estado, así con mayúscula, no es falta de ortografía pues se refiere a un territorio con identidad propia y que incluso tiene una cámara de diputados, entiéndase un Estado que forma parte de México, Estados Unidos Mexicanos (su nombre oficial), nación formada, según se dice, por varios Estados.
Yo no tengo la culpa de que en México no se aplique, como es debido, una regla que es del sentido común y que otorga cierto carácter de autonomía a la entidad o Estado en cuestión.
Estado, ya sea regional o federal, ha de escribirse con mayúscula en su primera letra para diferenciarse de una variedad de estados que no representan a una población dentro de un territorio y con una identidad.
Y aquí dejo la definición al caso del Diccionario de la Real Academia Española de la Lengua:
"En el régimen federal, porción de territorio cuyos habitantes se rigen por leyes propias, aunque estén sometidos en ciertos asuntos a las decisiones de un gobierno común."
Según el avance de la vigésima tercera edición del diccionario de la lengua española, en la octava acepción de la palabra estado, señala:
8.- m. En ciertos países organizados como federación, cada uno de los territorios autónomos que la componen. (No señala que deba escribirse con mayúscula inicial)
En este sentido es posible diferenciar el término arriba citado del "Conjunto de los poderes y órganos de gobierno de un país soberano" (con mayúscula inicial, por ejemplo: El Estado mexicano está conforma por tres poderes...), así como de la "Forma de organización política, dotada de poder soberano e independiente, que integra la población de un territorio." (también con mayúscula inicial, ejemplo: El Estado mexicano tiene como organización política la República Federal).
En primer lugar abrá que ver si usted es guanajuatense o que es lo que pelea... Por otro lado, aprecio que es de índole personal lo que usted expres...
"No estoy conforme con lo que expresas, pero defenderé el hecho de tu molestia y tu palabra"
Disculpa, no sabía que ya había sido publicada. Quizá sea bueno que nuestros amigos del Observatorio cultural colocaran el link. Ojalá también se publique esa entrevista que comentas. Cuando así sea, avísanos por favor. Es muy importante que existan creadores “marginales”, en el mejor sentido de la palabra, es decir, autores sin compromisos políticos o institucionales, pues son ellos quienes pueden ejercer la crítica con mayores libertades por no decir menos miedos. Un abrazo Pablo.
Respecto a lo de “Estado” o “estado”, tengo que insistir aunque nos desvíe de nuestro asunto principal, sobre todo porque desacredita tu opinión el hecho de que señales un error desde otro, y porque nuestro primer ejercicio de examen, antes que a las instituciones o a los demás, debe ser el de la autocrítica, noción fundamental de las artes y el trabajo intelectual modernos –finalmente eso es lo que estamos defendiendo ¿cierto?: los valores críticos del arte y la cultura contra favoritismos, intereses políticos (léase personales o económicos) y en general contra el analfabetismo funcional y la falta de rigor no sólo de nuestros funcionarios sino de nuestros artistas y académicos. Te transcribo el inciso correspondiente de El libro y sus orillas de Roberto Zavala Ruiz –verdadera Biblia de redactores, editores, impresores y demás–, dice Zavala: “La palabra Estado cuando se refiere a un país o a la entidad política [ojo: entidad política, no federativa] pero no cuando se aplica a las divisiones internas del mismo: intervino el Estado en el conflicto; iremos al estado de Veracruz” (Zavala Ruiz, Roberto, El libro y sus orillas, 3ª ed., México, UNAM, 2006, p. 275). En el Diccionario Panhispánico de Dudas de la Real Academia de la Lengua igualmente se marca Estado en altas cuando se refiere a la instancia de gobierno. A continuación trascribo el inciso, hay que poner atención en la diferencia que se hace entre Iglesia (institución) e iglesia (edificio) pues aplicaría lo mismo para nuestra palabra en cuestión: “4.28. Determinados nombres, cuando designan entidades o colectividades institucionales: la Universidad, el Estado, el Ejército, el Reino, la Marina, la Judicatura, el Gobierno. En muchos casos, esta mayúscula tiene una función diacrítica o diferenciadora, ya que permite distinguir entre acepciones distintas de una misma palabra: Iglesia (‘institución’) / iglesia (‘edificio’), Ejército (‘institución’) / ejército (‘conjunto de soldados’), Gobierno (‘conjunto de los ministros de un Estado’) / gobierno (‘acción de gobernar’). La mayúscula diacrítica afecta tanto al singular como al plural: «Europa es importante para los Gobiernos, pero sobre todo para los ciudadanos» (País [Esp.] 9.1.97)”.
En el caso de la convocatoria la palabra “estado” está sustituyendo, cierto, a un nombre propio “Guanajuato”, sin embargo eso no produce alteraciones morfológicas, es decir no implica que deba escribirse “estado” pues su relación es meramente sintáctica, esto es, que una palabra cumple con la función de otra. Así, por ejemplo, en la oración Varios escritores de México se reunieron a debatir las políticas culturales del país, no esperamos que País se escriba con altas, ¿cierto?
Otro abrazo Pablo y ánimo con tu labor de denuncia.
Un saludo a todos
Respecto al comentario de Iván, creo que el punto es ese. Todos sabemos que Paniagua es extranjero, sabemos también que está peleando por sus intereses personales –que son los intereses personales de muchos de nosotros también- a saber, el derecho a acceder a los beneficios y apoyos al desarrollo de la creación artística y cultural. Así que no importa que Pablo sea de España o que Valdivia sea de Aguascalientes, o fulano de x lugar, mientras desarrollen su vida cultural en Guanajuato. La cuestión es que las becas, premios, apoyos, etc., no deben estar en consideración de una cuestión casi burocrática –como el lugar de nacimiento– sino de la calidad artística o intelectual. Estoy de acuerdo en que se debe comprobar cierto tiempo de residencia y comprometer la permanencia en el estado porque son estímulos que se dan con impuestos guanajuatense para fomentar el desarrollo cultural en el estado [con bajas], más allá de eso creo que deben imperar los criterios críticos y estéticos, no demagógicos…
Hola.
Caen en el error de pensar que soy extranjero, pues en realidad nací en España, pero tengo la nacionalidad mexicana, pasaporte mexicano y credencial de elector.
Esto es nada más un detalle, porque lo verdaderamente importante es la discriminación por parte del Instituto Estatal de la Cultura de todos los creadores no nacidos en Guanajuato, algo así como si fuéramos de segunda clase, y contra ese tipo de injusticia debemos luchar.
Respecto al Estado de Guanajuato, por tener un Gobierno y una Cámara de Diputados, es una entidad política, y el hecho de que pertenezca a una Federación no lo anula como tal.
LOS ELEMENTOS CONSTITUTIVOS DE UN ESTADO SON:
-Territorio
-Población
-Organización Política (Gobierno, y en el caso de Guanajuato además una Cámara de Diputados con la potestad de legislar).
El Estado de Guanajuato cumple con los anteriores requisitos, y además debe escibirse con la primera letra en mayúscula para diferenciarlo de otro tipo de estados sin nigún tipo de carga institucional: estado de ingravidez, estado de ebriedad, estado de ánimo, etc.
No se debe rebajar la calidad de un Estado, a la hora de escribir, por pertenecer a una Federación, e igualarla con el resto de los "estados" que se esciben con minúscula.
Saludos
Tienes toda la razón en cuanto a que el punto es la discriminación a los "no-nacidos" en el estado [con bajas]; es lo que trataba de hacerle ver a Iván pues, en efecto, aun cuando fueras extranjero haces vida cultural aquí y eso debería permitirte el acceso a los derechos que esto implica.
Respecto a nuestra discusión ortográfica -que ha descentrado lo anterior- no tengo más argumentos que darte, si no te bastan dos autoridades como la RAE y Zavala, supongo que mi opinión menos. De todos modos aquí te va. Eso que llamas "diferenciar de otro tipo de estados sin ningún tipo de carga institucional [sic]" se conoce como función diacrítica, en este caso la mayúscula permite distinguir entre la entidad gubernativa (El Estado guanajuatense se caracteriza por ser represor) y la entidad federal (El estado de Guanajuato se ubica en el Bajío). Tu argumento no es suficiente los municipios también tienen territorio, población y gobierno. ¿O debemos escribir Municipio de Tarandacuao?
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