domingo, 28 de febrero de 2010

LA INTELECTUALIDAD “MOJIGATA” EN GUANAJUATO

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Me sorprende que alguien considerado como un intelectual en Guanajuato, como es Luis Miguel Rionda, menosprecie la venta de libros en la Plaza Allende (Plaza de la Cultura y las Artes).

Me parece un desacertado cometario lo que refiere a los libros, pues el hecho de ser viejos no les quita el valor de su contenido. Está claro que lo “chafa” en la literatura está a la orden del día (sólo hay que ver las mesas de novedades en cualquier librería o los libros escritos sin ningún rigor académico de Isauro Rionda Arreguín). A los libreros de la Plaza Allende les he comprado “Auto de fe” y “La lengua salvada” de Elias Canetti e “Introducción a la historia de la filosofía” de Ramón Xirau, y títulos a la altura de éstos se pueden encontrar en variedad (no sé, a este respecto, si la obra de Luis Miguel Rionda superará los trabajos “chafas” de Elias Canetti, Ramón Xirau, Franz Kafka, Thomas Mann, Stefan Zweig, Carlos Fuentes, Julio Cortázar, Jorge Luis Borges, o los más actuales Paul Auster o Haruki Murakami, por ejemplo). Allí también se exhibe casi todo el catálogo de la Editorial La Rana, del Centro de Investigaciones Humanísticas, Coloquio Cervantino y algunos de la Editorial de la Universidad de Guanajuato, editoriales institucionales con deficiente distribución y que ahora están con sus libros al alcance del público.

En la difusión de la cultura no se puede regatear, ahora en una plaza que como espacio público no era apreciado por los viandantes: siempre vacía y sin ninguna utilidad. Creo, asimismo, que es acertada la política de sacar la cultura a la calle, en un lugar donde los jóvenes creadores puedan expresarse y donde, además, hay talleres de manualidades para que los niños se desarrollen en facetas indispensables para el espíritu, y mucho mejor que ver la televisión.

A la “Plaza de la Cultura y las Artes” también se hace lógico imprimirle el tono comercial necesario, con un servicio a los que allí acuden para ver los espectáculos, algo muy normal en países a la vanguardia de la promoción cultural, como son Francia y España.

Está claro que en la ciudad de Guanajuato todavía persisten las visiones obtusas, conservadoras y mojigatas de algunos “intelectuales” del academicismo institucional.


1 comentario:

Ranaculta dijo...

No cabe la menor duda que el planteamiento de Luis Miguel Rionda es acertado en lo que respecta al crecimiento histórico de la ciudad capital, en relación con los bienes y servicios educativos y culturales que oferta.

De hecho, su planteamiento deja ver ciertos aspectos a considerar: el desarrollo histórico desequilibrado entre infraestructura educativa y cultural, así como ésta última en relación con el crecimiento demográfico y urbanístico de la ciudad.

No obstante, deja de lado la cuestión toral:¿Qué es lo que define a un espacio público como "público"? ¿Quién lo define? El Teatro Cervantes a unos pasos de la Plaza Allende (ahora "Plaza de la Cultura y las Artes") es según esto un espacio público a resguardo de una administración del gobierno estatal. Entonces, el usufructo por parte de la comunidad se da mediante el servicio que oferte tal espacio, es decir, cuando tiene acceso a dicho recinto, ya sea de manera gratuita o a cambio de la compra de un boleto.

La plazoleta de San Roque es también otro espacio público, pero si alguien desea utilizarla para alguna puesta en escena, tiene que pedir autorización tanto a Presidencia Municipal como a la Universidad de Guanajuato porque, como todos lo sabemos, existe desde hace ya varios años una gradas permanentes que sólo se utilizan de manera plena durante el Festival Internacional Cervantino. En este sentido, se expropia una parte del espacio público a nombre de una determinada institución para que forme parte de su resguardo.

En el caso de la "Plaza de la Cultura y las Artes" es el mismo fenómeno a diferencia de que ese espacio público lo recibe para su usufructo una parte de la propia comunidad guanajuatense. Esto en respuesta a una iniciativa cultural de dicha comunidad. En este sentido, el espacio no deja de ser "público" sino adecuado para un tipo de públicos.

Es cierto que el proceso de apropiación de bienes y servicios culturales por parte de la población puede acarrear malentendidos o dificultades, pero de qué manera los creadores por un lado, y los diferentes tipos de públicos por el otro, pueden encontrarse en espacios públicos sino mediante tal acción.

Sólo el tiempo y la ciudadanía dirán si la iniciativa que actualmente hace uso de ese bien patrimonial, cubre con las necesidades culturales y de recreación que requiere la población.